¡Que vienen los socialistas!
España, año 1982. En una pequeña ciudad española produce la especial conmoción el anuncio de las próximas elecciones. Y, sobre todo, las fuerzas políticas de centro y derecha se conmueven ante la afirmación de que los socialistas van a ganar por goleada. Entonces comienza la caza de posibles alianzas. Cada uno de los delegados de los partidos de centro quiere ganarse los favores del delegado del PSOE en la zona. Los políticos de centro intentan comprar al socialista Nicolás Valle, que tiene una situación económica poco boyante, y cuya novia, que le anima a venderse, apremia para casarse. El conde le ofrece ser su asesor con un sueldo de 150000 pesetas al mes, el independiente y administrador del conde le paga por adelantado cur0sos del carnet de conducir, el democristiano un piso, el socialdemócrata muebles.. Curioso el caso de este último, que afirma que lo es sólo desde que murió Franco… seguramente una velada crítica a la trayectoria de Fernández Ordóñez. El mercado persa en que se convierten los pactos electorales también fue tratado por Ozores en No hija no. Mientras, el político de AP, que preside la junta del casino y siemr0pe va ataviado con tirantes rojigualdas, pretende hacer una coalición de gran derecha frente a los socialistas, pero los otros no le hacen caso. El liberal, que dirige un concesionario, avisa a Nicolás la razón por la que todos se le disputan. Ante el rumor de que Felipe González juega a la petanca, todos se suman a la afición. Ramiro, viendo que su mujer es pretendida por el socialista, no duda en ofrecérsela. Nicolás acaba sucumbiendo y se lía con la mujer de Ramiro. Mientras su madre y su compañero de partido Bermejo le echan en cara sus traiciones a los principios socialistas de sus antepasados. Nicolás también está disgustado por las exigencias de la sociedad actual, donde no eres nada si no tiene televisión, coche, chalet… Decide prometer a cada uno de ellos un pacto, para luego decir que la central de su partido no le ha autorizado a ello. El final constituye un homenaje a Bienvenido Mr:. Marshall, con una visita de Felipe González que pasa de largo, cosa que atribuyen a los recién llegado sondeos, que dicen que no ganarán los socialistas, con lo que ganará AP, por lo que todos empiezan a congraciarse con el candidato de ese partido, abandonando a Nicolás. Mientras, el conde afirma que eso lo ha visto en una película de Berlanga. Aquí es donde se muestra mejor la "filosofía política" ejercida en la "comedia democrática" de Ozores, con su típica identificación con el "currante" hispano, y el sentido común escéptico ante los cuernos de abundancia prometidos. Cuando la comitiva socialista pasa a gran velocidad por las calles engalanadas, José Sacristán comenta: - ¿Sabéis para qué sirve todo esto? Para que nos demos cuenta de una puñetera vez de que gane quien gane los españolitos de a pie tendremos que seguir levantándonos a las siete de la mañana. - Claro que los otros, a qué hora se seguirán levantando los otros...
Valor didáctico. Escaso, al ser cine de consumo sin más pretensiones. Desde la transición política a la democracia, Mariano Ozores se especializó en la producción masiva de comedias ligeras que reunían elementos del destape y la revista, el vaudeville clásico, y la crítica costumbrista tradicional en la comedia española. Pese a no conseguir despertar ningún entusiasmo entre los críticos y académicos, y enervar a las mentalidades "progresistas" en auge, el desparpajo casticista de Ozores consiguió ganarse ampliamente el favor del público, que por entonces comenzaba a diversificarse entre las salas de cine y el vídeo casero.
Oportunista comedia de escasa gracia (salvo la pequeña intervención habitual del actor Emilio Fornet) dirigida por Mariano Ozores, realizada en previsión de la mayoría absoluta del PSOE en las elecciones generales de 1982. Pese al buen plantel de actores, el guión es flojo. Contrariamente a las acusaciones que se han hecho a Ozores de derechismo en su cine, el único inicialmente honrado de la ciudad es el delegado socialista interpretado por Sacristán, que ya hizo de socialista en El diputado (1978), de Eloy de la Iglesia. Luis Escobar interpreta a un aristócrata decadente, como en la trilogía berlanguiana. Películas semejantes. Curioso el alarmismo absurdo que cunde en el centro derecha, ya visto en Nacional III (1982) de Berlanga, donde los Leguineche intentan una evasión fiscal para evitar una posible nacionalización de la banca por los triunfantes socialistas, como en Francia, donde también hay elecciones. Aquí todo era un error, por uno que leía prensa francesa. De todos modos no se les quita el miedo, sobre todo al conde, que teme que le expropien las tierras. El democristiano tiene un primo que evade divisas a Suiza. Curioso el caso del párroco, que en vez de ofrecer favores, pide dinero para la Iglesia.
1982
La fuga de Segovia
En el verano de 1977, un ex-preso político que vive en el exilio relata las circunstancias de su fuga a un reportero: en abril de 1976, un grupo de etarras planean fugarse de la cárcel, pero el proyecto fracasa cuando los guardias descubren el túnel que estaban excavando. Los reclusos lejos de desanimarse, empiezan un segundo túnel. Tras ocho meses de dificultades y difícil convivencia con los funcionarios de prisiones, consiguen fugarse. Dadas las delicadas circunstancias de los últimos meses del franquismo y el despertar de los primeros brotes de democracia, la fuga del grupo de etarras tuvo sorprendentes consecuencias.
Valor didáctico. Alto. Sirve para conocer el contexto histórico de la fuga y para ver como colaboraban los diversos movimientos de oposición pese a su distinto carácter.
1981
El diputado
Roberto Orbea, militante clandestino de un partido de izquierdas durante el franquismo, es elegido diputado en las elecciones de 1977. En el momento más importante de su carrera política, y cuando está a punto de ser nombrado Secretario General de su partido, un grupo de extrema derecha le prepara un chantaje aprovechándose de su homosexualidad, preparándole incluso un joven amante como gancho. Los ultras, dirigidos por Carrés -referencia a García Carrés, ex dirigente del sindicato vertical y participante en el 23-F- ofrecen un millón de pesetas a Juanito, chapero menor de edad y de extracción obrera que se prostituye desde los 13 años, para que se líe con Roberto y sacarle fotos que hundan su imagen pública. Juanito acaba enamorándose de Roberto y se integra en la vida diaria del matrimonio, hasta confesar a Roberto el plan de los ultras. Los ultras, que sospechan de Juanito, cambian el plan. Citan a Roberto en el apartamento, donde al llegar ve que han matado a Juanito, después, armados, Se van, dejándole la papeleta de explicar todo el lío a Roberto. Parece que el diputado explicará todo a sus camaradas en el VI Congreso del partido, en el que se esperaba que fuera elegido secretario general.
Valor didáctico. Importante, pues en definitiva es una interesante película sobre los primeros tiempos de la transición y su contexto social y cultural, donde se tratan temas como la violencia de ultraderecha, la droga, la homosexualidad y la prostitución. En la película no se escatiman escenas de sexo explícito, lo que puede dificultar su exhibición a alumnos como medio didáctico.
Aparecen grupos ultras, mientras la policía armada les deja hacer o incluso detiene a los izquierdistas agredidos, diputado con inmunidad inclusive. Apalean a militantes de izquierda que pegan carteles o ponen mesas de información en la calle. Su estética es la de motoristas con cazadoras bomber. Entre ellos se encuentra un argentino, algo realista ya que en estos grupos había miembros de la Triple A, como en Siete días de enero. Se trata el tema en otras películas como Camada negra (1977) de Manuel Gutiérrez Aragón, El disputado voto del señor Cayo (1986) de Mario Camus, o Siete días de enero (1979) de Juan Antonio Bardem Por entonces la homosexualidad era un tabú hasta en la izquierda, algo reconocido actualmente por el propio Santiago Carillo. También se suele citar una conversación entre Indalecio Prieto y Largo Caballero, del PSOE, en la que, tras afirmar Prieto que el hijo de su portera es homosexual, Largo contesta que espera que no haya gente así en el partido. En Cuba hasta hace unos años se enviaba a los homosexuales a campos de reeducación para que abandonasen su “desviación burguesa”. Actualmente los gays participan en política sin más problemas que algún chiste de mal gusto de la derecha, teniendo como figuras destacadas a Jerónimo Saavedra, Zerolo o Miquel Iceta. Antes la homosexualidad en los políticos sólo existía a nivel de rumor, como en los casos de Castelar o Azaña. Tras la aprobación del matrimonio homosexual se ha llegado a la plena normalización legal, pese a encontrar oposición de muchos sectores, sobre todo a la posibilidad de que parejas homosexuales puedan adoptar. Se nos describe la trayectoria de Roberto Orbea, de Portugalete, hijo de un arquitecto afín al régimen, participante en las protestas universitarias de 1956, estudiante de Derecho afiliado a la Federación Universitaria Democrática de España FUDE, adjunto del catedrático Eusebio Moreno, cesado junto a él, y abogado defensor de etarras en el Proceso de Burgos (1970). Trabaja como abogado defendiendo sobre todo a acusados por el TOP y es alto cargo en un partido de unificación de socialistas y comunistas dirigido por Moreno, al que se espera suceda como secretario general. El partido tiene un logotipo que un la hoz y el martillo y un puño en alto, especie de mezcla de PSOE y PCE. Cantan la internacional. El partido es legalizado a un mes de las primeras elecciones -referencia a la legalización del PCE en el sábado santo rojo)- . Participa en las elecciones de 1977, logrando acta de diputado por Madrid, en los pactos de la Moncloa, en el anteproyecto de Constitución y preside una comisión parlamentaria que combate la violencia de grupos incontrolados de ultraderecha, que había sido solicitada por él, para prevenir sucesos como los de Montejurra, Atocha o el atentado a El Papus y muertes de estudiantes –referencia a Arturo Ruiz y otros-. Participa en la campaña para las elecciones municipales, en las que promete escuelas, guarderías y centros culturales. Estuvo encarcelado 2 meses en Carabanchel tras ser detenido en abril de 1976 por orden del ministro de Gobernación Fraga, del gobierno Arias Navarro, por participar en una manifestación de la Coordinadora Democrática (esto es. la Platajunta). Allí se relaciona con Nes, joven chapero encarcelado por peligrosidad social, que le recuerda la tristeza que sintió por los fusilamientos de miembros del FRAP (27 de septiembre de 1975). En la cárcel también está un cineasta llamado Juan, interpretado por Juan Antonio Bardem. Finalmente se abre el proceso de diálogo con el nuevo gobierno, que Areilza no presidirá, cosa que no esperaban. Mantuvo su primera relación homosexual en la mili. También las ha mantenido con mujeres, llegándose a casar con Carmen, compañera de militancia, más que nada para guardar las apariencias, aunque llega a quererla. Roberto condena la violencia, porque en un sistema democrático y tras una amnistía ya no está justificada, mientras que en Burgos pretendía hablar de las motivaciones del terrorismo en un régimen totalitario. También condena la violencia de extrema izquierda, en la que sospecha que hay infiltrados (referencia indirecta al GRAPO). Opina que las revoluciones no se hacen matando a Aldo Moro. Roberto describe el ambiente homosexual de la época, presidido por la sordidez y la marginalidad, en urinarios públicos, filas de atrás de determinados cines, salidas de billares y academias… Su mujer Carmen conoce su condición y consiente sus relaciones con hombres, en una relación presidida por la sinceridad mutua. Acaba participando en un trío con Roberto y Juanito, tras fumar porros y conversar sobre la posibilidad de legalizar las drogas, algo que acabaría con los traficantes. También aparece una orgía en un chalet, de la que Juanito se va al no soportar al dueño, que pone cocaína en los genitales de Juanito y de una chica y pretende hacer un trío. Nes tiene un amigo portugués, también relacionado con la ultraderecha, que opina que tras la revolución de su país no se hizo otra cosa que sacar banderas rojas y perder Angola. Se ven los gustos musicales de la época. En su apartamento, antes local de reuniones clandestinas y ahora picadero, Roberto sólo tenía música de Ana Belén y Víctor Manuel, Raimon y Serrat, gustos típicos de izquierdas, mientras que a Juanito le gusta el rock y el flamenco. El apartamento está decorado con pósters del Che, Allende, Marx, Pablo Iglesias…
1978