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<strong><strong>Recursos interactivos y webs</strong> sobre el mundo árabe.</strong>
Material educativo
Enlace
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Revueltas en Egipto: 2011 / 2013
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RTVE
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Web monográfica con recursos de diversa índole que compara las revueltas iniciadas en Egipto con la primavera Árabe con el Golpe de Estado en 2013.
Egipto
Golpe de Estado
Primavera Árabe
-
http://repositorio.historiarecienteenlaeducacion.com/files/original/2825c4a55f5310e4edb82ae51b7a3578.pdf
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Title
A name given to the resource
Artículos y noticias sobre el Mundo Árabe.
Artículo de prensa
Textos publicados en periódicos y revistas.
Texto original
<p>Si los levantamientos que se encadenan en determinados países árabes tienen en común una misma motivación, a saber, la expresión ultrajada de un hartazgo y de una necesidad vital de emancipación y de libertad, los regímenes totalitarios contestados son muy diferentes los unos de los otros. En Yemen se trata de una dictadura estática, esclerotizada, sin proyecto real de sociedad y sin dinámica, basada exclusivamente en las alianzas tribales. Una dictadura virtual, sorda, opiácea, que ha instalado al pueblo en el estoicismo y la renuncia.</p>
<p>En Túnez, el régimen, nacido a partir de una esperanza de renovación y de progreso, cayó en la trampa de una espantosa estrechez de miras que condujo a Ben Ali a perder de vista la oportunidad de poder inscribir su nombre con letras de oro en la historia de su país. Ben Ali era, sin duda alguna, el más convincente de los presidentes árabes. Disponía de un pueblo magnífico, instruido, moderno, emancipado y no violento. Su reino era pan bendito. Pero, al no hacer la gloria estremecerse más que a las almas que son dignas de ella (Gogol <em>dixit),</em> el soberano de Cartago optó por la depredación bulímica y por una represión policial que no tenían ninguna razón de ser. Privilegió el reino de sus allegados y de su familia política en detrimento de su propio reino y acabó por verse superado por el giro de los acontecimientos. Podríamos decir que la dictadura de Túnez era sobre todo un poder crapuloso sobre el país, basado en el nepotismo, la corrupción y el tráfico de influencias.</p>
<a name="sumario_1"></a>
<div class="sumario__interior">
<div class="sumario-texto">
<p class="texto_grande">En la insurrección de 1988 en Argelia cometimos la torpeza de no contar con guías prevenidos</p>
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</div>
<a name="sumario_2"></a>
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<div class="sumario-texto">
<p class="texto_grande">Túnez podría arreglárselas. En Egipto, se trata de las relaciones de fuerza de la región</p>
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<a name="sumario_3"></a>
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<h3 class="sumario-titulo"><span class="sin_enlace">MÁS INFORMACIÓN</span></h3>
<div class="sumario-texto">
<div class="apoyos">
<ul class="apoyos-listado">
<li class="apoyo_normal apoyo_sinfoto"><span class="apoyo-titulo"><a href="https://elpais.com/internacional/2011/02/04/actualidad/1296774001_850215.html">La multitud mantiene el desafío para echar a Mubarak del poder</a></span></li>
<li class="apoyo_normal apoyo_sinfoto"><span class="apoyo-titulo"><a href="https://elpais.com/internacional/2011/02/04/actualidad/1296774005_850215.html">Mubarak ya ha caído</a></span></li>
<li class="apoyo_normal apoyo_sinfoto"><span class="apoyo-titulo"><a href="https://elpais.com/internacional/2011/02/04/actualidad/1296774010_850215.html">La UE va a ayudar a sentar las raíces de una "democracia profunda"</a></span></li>
<li class="apoyo_normal apoyo_sinfoto"><span class="apoyo-titulo"><a href="https://elpais.com/internacional/2011/02/05/actualidad/1296860408_850215.html">La revolución árabe, a debate</a></span></li>
</ul>
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</div>
<p>En Egipto se trata de un régimen fantoche, deseado y alimentado por los intereses estadounidenses e israelíes. Considerado como la punta de lanza del mundo árabe, se ha convertido en su eslabón débil. Su incondicional alianza con los norteamericanos ha perjudicado mucho al destino de Palestina y dispersado considerablemente a la unidad árabe. Al concentrar en su seno a las principales instituciones árabe-africanas (políticas, económicas, culturales y deportivas), Occidente ha hecho de él su <em>único</em> interlocutor y su principal peón en la región. Valiéndose de ese privilegio, el régimen de Mubarak trocó deliberadamente su estatuto de hermano mayor por el poco brillante papel de cómplice y de traidor, actitud que el pueblo egipcio, considerado como el más intelectualizado del mundo árabe, no ha acabado de digerir. En la dictadura egipcia se da el ejercicio flagrante de una creciente injerencia de los intereses geoestratégicos occidentales, en particular los de Estados Unidos e Israel. Su vocación consiste esencialmente en amordazar el orgullo y la dignidad nacionales en beneficio de ambiciones vampirizantes exteriores.</p>
<p>Los levantamientos que tienen lugar en esos tres países responden también a una urgencia capital. En Yemen, como en Túnez y en Egipto, los pueblos reclaman la libertad, el honor y la posibilidad de acceder a una vida decente. Los regímenes denostados han sido, para nuestros pueblos, la causa principal del marasmo y de la descomposición socioeconómica que nos deniegan el derecho a poder ascender en el concierto de las naciones. Pero de ningún modo se trata de revoluciones. Se trata de una reacción espontánea, incoherente y sin orientación precisa, cuyo objetivo es el de expulsar al tirano sin prever ni preocuparse por lo que vendrá después. Una revolución es un acto pensado, maduramente articulado en torno a una hoja de ruta, de una estrategia, y conducido por actores identificados y determinados. No vemos a cabecillas titulares designados en las calles de El Cairo, de Túnez o de Adén. Privados de catalizadores eficaces, estos vastos movimientos de protesta van a tener que seguir hasta el final y desbaratar todos los ardides que los Gobiernos amenazados van a multiplicar para cambiar la situación a su favor. Nos hallamos ante la duda sideral, de ahí que se haga imperativo el recurso inmediato a conciencias intelectuales o políticas capaces de encarnar la cólera popular y la saludable alternancia exigida por el pueblo. Sería desastroso seguir sitiando las plazas públicas sin erigir en ellas tribunas y sin hallar para ellas una voz fuerte y creíble que desbanque los discursos falaces y las llamadas a la calma de los regímenes acorralados. Como sería desastroso aceptar un compromiso, que, con toda evidencia, no sería sino una trampa inesperada y una tentativa de ganar tiempo para los Mubarak y sus esbirros. Cometimos esa torpeza en Argelia con ocasión de la formidable insurrección de octubre de 1988. Al no contar con guías prevenidos que nos evitaran las trampas de la recuperación y nos precavieran de los fallos de nuestra inadvertencia, aplaudimos la proclamación de la democracia y del multipartidismo para desengañarnos algunos años más tarde bajo el <em>tsunami</em> islamista. No quisiera que esta catástrofe se operara en Túnez y en Egipto. Esa es la razón por la que resulta de extrema importancia, para esos dos países, escoger a hombres y mujeres aguerridos, vigilantes y dispuestos a erradicar toda traza de los antiguos aparatos represivos del Estado y a impedir las tentativas de instrumentalización y desviación ideológicas que reducirían a cenizas la instauración de una auténtica democracia laica y republicana.</p>
<p>Sin embargo, si el caso tunecino suscita la simpatía de Occidente, el de Egipto le quita el sueño. Porque en Egipto no se trata del porvenir del pueblo egipcio, sino de una nueva configuración de las relaciones de fuerza en la región. Si el régimen de Mubarak se hundiera, la "paz" de Oriente Próximo ya no estaría garantizada. Entendiendo por "paz" la estabilidad de Israel y su impunidad. Estados Unidos va a emplear todo su peso para mantener el régimen, a riesgo de sacrificar a Mubarak. Y los egipcios están viviendo las horas más peligrosas de su historia republicana. O aceptar la "transición" o la guerra civil. Personalmente, no soy nada optimista. Cada día que pasa lo hace en beneficio del régimen, que ha elegido la guerra de desgaste. Ya no es la calle la que gestiona el asedio. La economía está parada, la gente no percibe sus salarios y los estómagos empiezan a acusar el hambre. El régimen lo sabe y va a tratar de prolongar las manifestaciones pacíficas para volver a desplegarse, restablecer sus redes de propaganda y de disuasión y sembrar la duda en los ánimos. En el momento en que escribo, Mubarak habría confiado ya el destino de Egipto a los expertos del Pentágono. Esa "transición" que reclama Washington es la trampa mortal que destruirá toda oportunidad de recuperar su honor y su salvación al pueblo egipcio.</p>
<p>Hay dos preguntas que hacerse:</p>
<p><strong>1.</strong> ¿Podrían extenderse estos levantamientos a Libia, Argelia, Marruecos y Jordania? Para Libia, la cuestión ni se plantea. Para los libios, Gadafi no es un dictador sino un líder iluminado. Tardaremos en ver sumidas en la cólera a las calles de Trípoli. Respecto a los otros tres países, a pesar de la corrupción generalizada, el desempleo, el empobrecimiento galopante y la falta de perspectivas para la juventud y los nuevos diplomados, no habrá insurrecciones en ellos. Los Gobiernos actuales prometerán la introducción de vastas y urgentes reformas para satisfacer las reivindicaciones de sus pueblos y seguirán sin comprender que es la alternancia lo que la nación exige. El brazo de hierro será flexible, pero nadie podrá prever la reacción popular a corto plazo. Una cosa es cierta, gracias a lo que ocurre en Túnez y en Egipto, los pueblos saben ya dónde están sus verdaderas fuerzas. Nada será ya como antes.</p>
<p><strong>2.</strong> ¿Van a cambiar algo estos levantamientos? En Yemen, nada concluyente. Al régimen le bastaría con hacer algunas concesiones para dispersar a las multitudes. Las alianzas tribales están demasiado corrompidas como para renunciar a sus conquistas en beneficio de sus comunidades. Túnez podría arreglárselas. Tiene bazas reales de salir bien parado de la transición, pero los excluidos del aparato del poder no renunciarán a su parte del pastel. En cuanto a Egipto, se velan las armas, o, por seguir con la tradición musulmana, es "la noche de la duda". Se juega todo a una carta. Y todo lleva a creer que se va a armar una buena. Los envites geoestratégicos son de tal calibre que gustosamente aceptarían el sacrificio de algunas decenas de miles de muertos.</p>
<p class="nota_pie"><strong>Yasmina Khadra</strong> es escritor argelino. Traducción de Juan Ramón Azaola.</p>
<p class="nota_pie">* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 4 de febrero de 2011</p>
Enlace
<a href="https://elpais.com/diario/2011/02/04/opinion/1296774012_850215.html" target="_blank">https://elpais.com/diario/2011/02/04/opinion/1296774012_850215.html</a>
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Title
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No son revoluciones
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Yasmina Khadra
Date
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04/02/2011
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El País
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Aunque los levantamientos en los países árabes tienen una misma motivación, sus regímenes son muy diferentes. Y falta una estrategia y cabecillas que sean catalizadores eficaces de esos movimientos.
Dictadura
Egipto
Política
Primavera Árabe
Revolución
Túnez
-
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2066525d43877d604ca8b821e558a344
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Libros y dossieres sobre el mundo árabe
Hemeroteca o monográfico
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<a href="https://www.ucm.es/data/cont/media/www/pag-74789/UNISCIDP39-10PRIEGO.pdf" target="_blank">https://www.ucm.es/data/cont/media/www/pag-74789/UNISCIDP39-10PRIEGO.pdf</a>
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Title
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Las Primaveras Árabes: la influencia de Qatar y sus relaciones con los estados del Golfo Pérsico
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Alberto Priego
Date
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10/2015
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Revista UNISCI / UNISCI Journal, Nº 39 (Octubre / October 2015)
Description
An account of the resource
Artículo que disecciona la situación de los países árabes tras la Primavera Árabe y la actuación de Qatar en este contexto geopolítico.
Egipto
Golfo Pérsico
Libia
Primavera Árabe
Qatar
Siria
Túnez
-
http://repositorio.historiarecienteenlaeducacion.com/files/original/57c79fad2f35e5d52509788114f7cfdc.pdf
b62acbbf245b620259199b888cb05331
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Title
A name given to the resource
Artículos y noticias sobre el Mundo Árabe.
Artículo de prensa
Textos publicados en periódicos y revistas.
Texto original
<p>La <em>revolución árabe</em> no ha hecho más que empezar y va a prolongarse todavía durante muchos años de un extremo a otro de esta región. Sin embargo, los éxitos electorales cosechados por las formaciones islamistas en Túnez, Marruecos y Egipto llevan a algunos a considerar que este capítulo está cerrado y que un <em>otoño islamista</em> ha sucedido ya a la <em>primavera árabe</em>. Nada sería más erróneo que caer en esta trampa intelectual, ya que el levantamiento democrático enterró la alternativa entre dictadura e islamismo, después de décadas en las que Ben Ali y Mubarak la martillearon para justificar su despotismo. En cuanto a los islamistas, saben que disponen de una ventana de oportunidad y van a tratar de sacar de ella los máximos beneficios, antes de que esta coyuntura favorable evolucione, quizás en su detrimento.</p>
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</div>
<p>En Túnez, Ennahda ha logrado 89 escaños, de 217 posibles, en la Asamblea Constituyente (con un 36% de sufragios emitidos) y obtiene así la presidencia del Gobierno, dejando la de la Asamblea a un socialdemócrata y la de la República a un nacionalista. El Partido Justicia y Desarrollo (PJD), que obtiene 107 diputados de 385 posibles, con el 29% de los votos, consigue también el cargo de primer ministro en Marruecos. Los Hermanos Musulmanes egipcios ganan el 40% de los votos en la primera de las tres vueltas de las elecciones egipcias, sin juzgar de antemano el resultado de estas.</p>
<p>Nos encaminamos en todos los casos hacia unos Gobiernos de coalición, en los que los islamistas deberán alcanzar compromisos con formaciones laicas, nacionalistas o liberales. No hay que olvidar nunca que los Hermanos Musulmanes jordanos obtuvieron el 40% de los votos en 1989, en las primeras elecciones libres en un cuarto de siglo, pero los mediocres resultados de su Gobierno les hicieron perder los siguientes comicios.</p>
<div id="sumario_1|html" class="derecha"><a name="sumario_1"></a>
<p class="texto_grande">Nada más erróneo que achacar a la 'primavera árabe' un 'otoño integrista'</p>
</div>
<p>En los tres países, los partidos islamistas no han hecho campaña con un programa islámico, sino con lemas de moralización de la vida política y de afirmación nacionalista. Sacan provecho de un voto heterogéneo, en el que el factor islamista no es necesariamente mayoritario, pero en el que se pueden encontrar dos aspiraciones contradictorias: la voluntad de ruptura con el antiguo régimen, por una parte, que ha beneficiado a formaciones que fueron el blanco de la represión de las dictaduras, y el deseo de normalización rápida, por otra, que ha beneficiado a un <em>partido del orden</em>, sobre todo en Egipto, donde los Hermanos Musulmanes se han distanciado de la protesta de la plaza de Tahrir. La heterogeneidad de este voto corresponde a la gran diversidad de tendencias en el seno de estos partidos, cuya disciplina interna, de tipo leninista, ha contenido hasta ahora. Pero Ennahda se muestra incapaz de celebrar un congreso desde su legalización y las tensiones entre los Hermanos Musulmanes son innumerables.</p>
<p>Las formaciones islamistas van a verse obligadas en todas partes a realizar un aprendizaje acelerado de pluralismo externo e interno, mientras que los años de represión, e incluso de clandestinidad, les han inculcado una cultura y una práctica del monolitismo. Además, las organizaciones con las que se niegan a trabajar —la Propuesta Popular (populista), en Túnez; Justicia y Caridad (aliado de los contestatarios del Movimiento del 20 de Febrero), en Marruecos, y los salafistas (muy conservadores en los temas sociales) en Egipto— las cuestionan por ese pluralismo. El juego se inicia en una escena política estructurada, por primera vez de forma clara, entre una mayoría y una oposición. Los vencedores de las elecciones de este otoño van a tener que demostrar su capacidad para gestionar los asuntos del país. La inclinación natural será más bien hacia la retórica patriótica que hacia la escalada religiosa. Y la intensidad de la crisis social podría, si no acortar esta hora islamista, sí al menos acabar muy rápido con su actual estado de gracia.</p>
<p class="nota_pie">Jean-Pierre Filiu es catedrático de Ciencias Políticas (París) y autor de <em>Las nueve vidas de Al Qaeda</em> (Icaria).</p>
<p class="nota_pie">Traducción de News Clips.</p>
Enlace
<a href="https://internacional.elpais.com/internacional/2011/12/03/actualidad/1322944021_912317.html" target="_blank">https://internacional.elpais.com/internacional/2011/12/03/actualidad/1322944021_912317.html</a>
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A name given to the resource
El estado de gracia islamista
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Jean-Pierre Filiu
Date
A point or period of time associated with an event in the lifecycle of the resource
04/12/2012
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El País
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La revolución árabe no ha hecho más que empezar y va a prolongarse todavía durante muchos años de un extremo a otro de esta región. Sin embargo, los éxitos electorales cosechados por las formaciones islamistas en Túnez, Marruecos y Egipto llevan a algunos a considerar que este capítulo está cerrado y que un otoño islamista ha sucedido ya a la primavera árabe.
Egipto
Islamismo
Marruecos
Primavera Árabe
Túnez
-
http://repositorio.historiarecienteenlaeducacion.com/files/original/fcd234c307c5ea6afca8434aef983aa7.pdf
418f0d4edde88cc5812ce315fb61b91a
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Artículos y noticias sobre el Mundo Árabe.
Artículo de prensa
Textos publicados en periódicos y revistas.
Texto original
<div class="articulo-apertura ">
<div id="articulo-introduccion" class="articulo-introduccion">El vasto espacio del mundo árabe ofrece a un escritor de mi especie un aprendizaje continuo. A medida que se familiariza con él, el arabista en ciernes evitará incurrir en esas generalizaciones simplistas que tanto abundan entre supuestos especialistas en el tema. Lo que descubrirá en un país no vale para otro. La lengua y la religión común les unen, pero una y otra se adaptan a las costumbres y tradiciones locales. Poco a poco, el investigador curioso verifica que se trata de un incitante 'patchwork', es decir, de una tela compuesta de retazos de distintos colores. En este texto intento dar cuenta de este diagrama arbóreo a través de los acontecimientos del agitado año 2011.</div>
</div>
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</div>
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<div id="cuerpo_noticia" class="articulo-cuerpo">
<p><strong>1</strong> Mi primer contacto físico con el mundo árabe data de 1963, cuando fui invitado a la conmemoración del primer aniversario de la independencia argelina por el Gobierno de Ben Bella. Aunque mis simpatías políticas se dirigían a figuras de probada honradez como Ferhat Abbás, Ben Yedda o Budiaf, marginados por aquél y por el ejército al mando del coronel Bumedián, creía aún en la posibilidad de un Estado democrático y socialista conforme al modelo entonces en boga de los países recién independizados del yugo colonial agrupados en el conjunto de los No Alineados. El golpe de Estado de Bumedián en 1965 que confirió el poder al ejército y a su apéndice político -el Frente de Liberación Nacional, controlado igualmente por el coronel- me hizo ver que una vez lograda la independencia tras una durísima guerra de ocho años el camino de la democracia sería largo, difícil y sembrado de trampas. En mis sucesivos viajes a Argelia, que recorrí casi por entero, advertí la creciente desafección popular por una dictadura que poco o nada tenía que ver con los ideales que exteriormente proclamaba. La rebelión juvenil contra el sistema en 1988, aplastada a costa de centenares de víctimas, puso en evidencia la profunda ruptura existente entre el poder y la inmensa mayoría de la población. Entre tanto, la política de arabización forzada llevada a cabo por maestros formados en Arabia Saudí dio sus amargos frutos: el islamismo radical emergió como única alternativa creíble al FLN y el ejército. Las mezquitas se convirtieron en el único espacio de abierta oposición al régimen y el retorno a las fuentes más puras del islam en el refugio de millones de marginados, unidos por su rechazo del <em>hogra</em> (desprecio), corrupción y arrogancia del llamado despectivamente "partido francés".</p>
<a name="sumario_2"></a>
<div class="sumario__interior">
<div class="sumario-texto">
<p class="texto_grande">El recurso al humor corrosivo sirve de antídoto frente a décadas de humillación</p>
</div>
</div>
<a name="sumario_3"></a>
<div class="sumario__interior">
<div class="sumario-texto">
<p class="texto_grande">¿Hay una excepción marroquí? no ha vivido revueltas sangrientas ni casi protestas contra la monarquía</p>
</div>
</div>
<a name="sumario_4"></a>
<div class="sumario__interior">
<div class="sumario-texto">
<p class="texto_grande">En túnez y en Egipto, el dilema es decantarse por el modelo turco o por el extremismo salafista</p>
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</div>
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<p>La convocatoria electoral de junio de 1991 confirmó los temores de la <em>nomenklatura</em> y de los débiles y fragmentados partidos laicos: el FIS (Frente Islámico de Salvación) alcanzó la mayoría -como este otoño, pero en circunstancias muy distintas, y con un proyecto más moderado, en Túnez, Egipto y Marruecos-. Su discurso radical fomentó la aparición de grupos salafistas cuyo lema era la lucha armada revestida del carisma de la <em>yihad.</em> Ante el previsible resultado de la segunda convocatoria, fijada seis meses después, el presidente Chadli Benyedid presentó su dimisión y el poder fáctico suspendió las primeras y últimas elecciones libres de la historia argelina. Este golpe de Estado -aplaudido en contra de sus principios constitutivos por los partidos demócratas y los Gobiernos europeos por aquello de "ninguna libertad a los enemigos de la libertad", iba a sentar cátedra y permitir a los dictadores árabes el visto bueno de Washington, París y Londres en cuanto supuestos baluartes contra el islamismo- desembocó, como sabemos, tras el asesinato de Budiaf en la guerra civil o, por mejor decir, guerra contra los civiles de 1992-1998, que se saldó con la cifra de 150.000 muertos. El ejército y el FLN se impusieron a la rama militar del FIS, al GIA (Grupo Islámico Armado) y a los islamistas de Takfir u Hixara (Excomunión y Exilio), cuyos ultras, refugiados en zonas montañosas de difícil control, se unirían en la pasada década a Al Qaeda del Magreb árabe, y sus atentados y emboscadas colean aún. Pero la frustración y la cólera de la población abandonada a su suerte y sin posibilidades de emigrar a una Europa en crisis no se han apagado. Las tentativas de revuelta durante la <em>primavera árabe</em> fueron abortadas con contundencia, y el temor a un nuevo ciclo de sangre como el de la anterior década actuó de cortafuegos en una gran parte de la población.</p>
<p><strong>2</strong> En el caso de las revueltas de Yemen (país que recorrí en 1993) y de Libia (cuyo régimen, como el de Sadam Husein en Irak, me disuadieron de poner los pies en ellos) nos hallamos ante una serie de elementos comunes: carencia de una Constitución vertebradora de la sociedad, predominio exclusivo de los valores tribales, clánicos, étnicos y confesionales. La descolonización de Libia en 1951, después de la Segunda Guerra Mundial, se llevó a cabo de forma pacífica, pero la monarquía fue depuesta en 1969 por el golpe militar del coronel Gadafi, cuyos siniestros 42 años de reinado (¡él mismo se proclamó Rey de Reyes!) eliminaron toda huella de Estado regido por la ley, con partidos políticos, prensa independiente y dotado de estructuras ajenas a su persona. Como proclamó en la plaza Verde al comienzo de la sublevación popular en Bengasi, la <em>Yamahiriya</em> o Estado de las masas era él y, en cuanto tal, encarnaba la totalidad de los poderes. Patrón absoluto de un Estado policiaco que asesinaba impunemente a los opositores -la matanza de 1.400 presos en la cárcel de Abú Salim es el ejemplo más brutal de ello-, perseguía y asesinaba asimismo a los disidentes refugiados en el extranjero. Ello no obstó para que desde su colaboración con la CIA a partir de 2003 y la exculpación del atentado de Lockerbie fuera recibido con honores en Roma, París, Londres y Madrid con un ceremonial que producía sonrojo en cabeza ajena. Su final desastroso, linchado por los mismos que él llamaba "ratas", ha dejado a Libia ante un futuro incierto, con poder fragmentado entre facciones rivales (las de Misrata, Zentán, Bengasi y de las tribus dueñas del maná petrolero) y sujeta a la presión de los Estados de la Coalición que apoyaron militarmente al Consejo Nacional de Transición con miras al futuro reparto de los dividendos del oro negro. ¡Defender a la vez la democracia y los intereses económicos es el sueño de todos los Gobiernos de Occidente, sean del color que sean!</p>
<p>El caso de las revueltas sangrientas de Yemen contra el poder autócrata de Alí Abdalá Saleh -que, como el clan Ben Alí-Trabelsi, Mubarak, Gadafi y El Asad, pretendía instaurar una flamante dinastía republicana- presenta una serie de particularidades que las distinguen de las de Túnez, Egipto y Libia. Si las estructuras tribales y clánicas no se diferencian de las estudiadas por Ibn Jaldún en la <em>Muqqádima,</em> a la división confesional entre suníes, chiíes de la rama zaydí mayoritaria en el norte y a la actual implantación de Al Qaeda en la península Arábiga en la zona sureña, se agrega la situación creada por la precaria reunificación de la República Árabe de Saná con la República Democrática y Popular de Adén, llevada a cabo en 1990 por el propio Saleh.</p>
<p>Esa fragmentación étnica, política y religiosa la pude comprobar <em>de visu</em> durante mi estancia en el país de la reina de Saba. En la región noroeste, las tribus iban armadas hasta las cejas. La mayoría de los congregados en los zocos semanales exhibían sus Kaláshnikov y la autoridad estatal brillaba por su ausencia. Según fui advertido, el rapto y consiguiente rescate de extranjeros era una práctica bastante extendida, de la que pude librarme tal vez por la barba sin afeitar y mi dialecto marroquí -la gente me identificaba como oriundo del Magreb el Aqsá, esto es, el Occidente Extremo, que se sitúa para ellos en Marruecos-, así como por mi cita de un célebre alhadiz del Profeta sobre la fe y sabiduría de los yemeníes. El cuadro social se ajustaba a lo que nuestros vecinos del sur de Tarifa denominan <em>bilad siba:</em> territorio no sujeto a la ley del Sultán.</p>
<p>El paisaje físico y humano de la difunta República Democrática y Popular era enteramente distinto. Si en los figones y asadores del norte los mozos servían al cliente con rapidez y cambiaban los platos apenas los habías vaciado de su contenido, en Adén, después de veinte años de comunismo a la soviética, aguardaban ociosos a que solicitaras sus servicios. Los hoteles de construcción reciente sufrían, como en Argelia, una decrepitud galopante. El chirrido del ascensor <em>made in Bulgaria</em> de un establecimiento con vistas al mar me indujo a subir a pie las escaleras que conducían a la terraza panorámica. La reunificación no había logrado acoplar dos mundos opuestos. El presidente Saleh, en el poder durante décadas, pretendía, antes de las revueltas árabes, presentarse de nuevo a unas elecciones amañadas con la misma impavidez y desvergüenza que sus colegas de Túnez y Egipto. Ni las protestas airadas de la población de la capital reprimidas con brutalidad ni el enfrentamiento armado de un sector del ejército ni la creciente agitación tribal en la mayoría del país lograron arrancarle del sillón presidencial al que se aferraba y con el que permaneció unido de forma casi hipostática. Como sus pares, jugaba la carta de la lucha contra Al Qaeda con miras al apoyo norteamericano y saudí. Por tres veces consecutivas anunció su retirada y la de la candidatura de su hijo a sucederle, y a continuación se desdijo, incluso después de haber sufrido las consecuencias de la bomba incendiaria que cayó en la mezquita del palacio presidencial en la que oraba. Desde Arabia Saudí, en donde fue tratado de sus heridas y quemaduras, siguió con sus promesas de ceder el timón de mando en plazos cada vez más cortos y regresó a Saná para prolongar el ciclo de promesas de paz y de fuego graneado. Cuando escribo estas líneas -escarmentado con la suerte corrida por Mubarak y Gadafi- parece haberse resignado a dejar el poder a cambio de la inmunidad, suya y de su familia.</p>
<p>Los blogueros egipcios que difundieron la caricatura del anciano monarca saudí al cuidado de varios bebés con las cabezas de Gadafi, Mubarak, Ben Alí y otros déspotas de su especie se adelantaron a los acontecimientos. Uno de los rasgos más sobresalientes de la <em>primavera árabe</em> es su recurso al humor corrosivo como antídoto contra décadas de inmovilismo, pobreza y humillación.</p>
<p><strong>3</strong> Después de mi último viaje a Damasco <em>(Jornadas damascenas,</em> EL PAÍS, 11-07-2010), invitado por el Instituto Cervantes a una lectura en la universidad, expuse mis impresiones de una ciudad que no había visitado desde hacía 37 años. Su modernización era evidente, las distintas comunidades religiosas convivían de forma pacífica, las basuras no se acumulaban como antes en las calles de los barrios más pobres, la retórica del "socialismo árabe" se había disuelto en la pócima de un liberalismo económico que no osaba decir su nombre, liberalismo que, si beneficiaba a la burguesía de la capital y de Alepo, marginaba el sector agrario y la pequeña y mediana industria subvencionada por Hafez el Asad. Por encima de todo, mis interlocutores afirmaban que su hijo y heredero Bachar había abierto el espacio político y encabezaba una prudente transición democrática omitiendo el hecho de que los mecanismos del poder (ejército, la <em>muhabarat</em> y la estructura estatal del régimen) seguían en manos de la minoría alauí a la que pertenece el clan El Asad y cuya <em>asabiya</em> (espíritu de cuerpo) prevalecía sobre cualquier otra consideración de orden nacional. Tras mi lectura, de tema estrictamente cultural, me llamó la atención que los ministros de Información, Educación y Cultura, sentados en la primera fila del anfiteatro, tomaran la palabra (uno de ellos, exembajador en Madrid, en perfecto español) sin dar paso al turno de preguntas habitual en estos actos. La frustración de los jóvenes asistentes era visible y así me lo confirmó uno de ellos. "No quieren preguntas molestas", me dijo después un diplomático.</p>
<p>Lo ocurrido en los últimos ocho meses, desde el levantamiento masivo de Deraa contra el asesinato de un adolescente por el "crimen" de haber trazado un grafito contra el régimen, la ferocidad de la represión ha desmentido de forma rotunda el supuesto aperturismo de Bachar el Asad: sus métodos de castigo no se distinguen de los empleados por su padre contra la insurrección islamista de 1979-1982, aplastada definitivamente en Hama a costa de más de veinte mil víctimas. Después de Deraa, los asaltos con blindados, helicópteros y fuerzas de élite a Hama, Homs, Idhil, Banias y a las poblaciones kurdas cercanas a la frontera turca han desencadenado un ciclo de violencia bélica responsable de más de 5.000 muertes, en su gran mayoría civiles. El presunto talante amable de Bachar -como el que se atribuía a Saif el Islam, el heredero de Gadafi- ha resultado falso de toda falsedad. Sus promesas aperturistas (diálogo con opositores escogidos a dedo, liberación calculada de presos políticos, retirada del ejército de las calles) han sido seguidas, como en Yemen, de nuevos asaltos y matanzas de ciudadanos que a pecho descubierto desafiaban los disparos de los francotiradores. Pues, a diferencia de lo acaecido en Hama en 1982 -la carnicería fue cuidadosamente sepultada por la férrea censura del régimen-, las imágenes transmitidas a diario por Facebook, Twitter y demás redes sociales a partir de teléfonos móviles han llegado al mundo entero y suscitado un clamor de indignación en los países árabes y la vecina Turquía. Las sanciones adoptadas por la Liga Árabe -de ordinario incapaz de reaccionar ante los acontecimientos que sacuden a sus Estados miembros- revelan hasta qué punto se ha visto obligada a tomar cartas en el asunto presionada por la opinión pública.</p>
<p>Dicho esto, Siria no es Libia, y las bazas que se ventilan aquí son de mucho mayor alcance. El régimen no ha perdido aún el control del territorio, excepto en el interior de algunas ciudades sitiadas por sus fuerzas represivas. El ejército, allegado por su pertenencia a la minoría alauí, no se ha alzado contra El Asad, y si bien las deserciones aumentan de día en día, no puede hablarse de un conflicto bélico. Otros factores juegan además a favor del clan en el poder: el miedo de la minoría cristiana y de la burguesía damascena y de Alepo a una guerra intersectaria como la que ensangrentó a Líbano y ensangrienta a Irak, de donde decenas de millares de cristianos han huido para refugiarse precisamente en Siria. Sin olvidar el más importante de todos: el choque de intereses estratégicos opuestos. Aliada de Irán y de Hezbolá, es una pieza esencial en el polvorín de un Oriente Próximo siempre a punto de estallar. El temor de Israel a una "democracia islamista" no es menor que el de Teherán a perder su único socio en la región. El bloqueo económico-financiero y la presión política de Turquía, la Unión Europea y la Liga Árabe no afectan a dos países vecinos de Siria, a Líbano e Irak, cuyas fronteras sirven de válvula de escape al asfixiado régimen de Bachar el Asad. Éste perdió en 2000, año en el que sucedió a su padre, la oportunidad de una transición ordenada que devolviera al país la libertad y dignidad que hoy reclama. El traspaso negociado de poderes del dictador al Consejo Nacional de Transición no será fácil, pese a los esfuerzos de Turquía, Francia, Inglaterra, Estados Unidos y la Liga Árabe. Pero la suerte de El Asad está echada. Tarde o temprano tendrá que enfrentarse a un dilema difícil: seguir el ejemplo de Ben Alí o acabar como Gadafi o ante el Tribunal Internacional de La Haya.</p>
<p><strong>4</strong> Si las revoluciones de la <em>primavera árabe</em> pillaron por sorpresa a los países miembros de la Unión Europea, principalmente a la Francia de Sarkozy y a la Italia de Berlusconi, socios comerciales y estratégicos de Ben Alí, Mubarak y Gadafi, enfrentan también a Israel a un desafío imprevisto. Sus antiguos vínculos militares con Ankara se quebraron en 2010 a raíz del asalto a la flotilla humanitaria destinada a romper el bloqueo de Gaza en el que perecieron nueve ciudadanos turcos, y la estabilidad que le procuraba Mubarak, con el cierre de la frontera con la Franja desde que Hamás se hizo con el poder legitimado por las urnas, es agua pasada. El autismo de la clase política israelí, al fundar la supervivencia y futuro del Estado judío en el uso exclusivo de la fuerza, parte de unas premisas ideológicas que lo sucedido en 2011 han puesto en tela de juicio. En su obra <em>El muro de hierro,</em> recientemente traducida y publicada por la editorial Almed, el catedrático de Relaciones Internacionales de la Universidad de Oxford, Avi Schlaim, un crítico despiadado de la política de su país en los Territorios Ocupados de Palestina, recuerda que durante décadas Mubarak fue el líder árabe ideal para Tel Aviv. Partiendo del supuesto de que los pueblos árabes son incapaces de gobernarse sino por dictadores, Ehud Barak no escatimaba en sus elogios al <em>rais</em> y la revuelta del 25 de enero le llenó de ansiedad: pidió una urgente intervención de Obama para salvarle y, cuando ella se reveló inútil, no dudó en afirmar que Mubarak y su clan, "aunque fueran rechazados por su pueblo, estaban comprometidos con la seguridad regional y era mucho más cómodo tratar con ellos que con la gente que se echa a la calle". El general Amos Gilad, por su parte, se deshacía en elogios de los servicios de inteligencia egipcios, que, en su opinión, "merecían ser condecorados".</p>
<p>Este sostén al dictador, "subcontratista de los intereses de Israel y Estados Unidos en el mundo árabe", según Schlaim, es hoy un recuerdo vergonzoso para la población egipcia, aunque la Junta Militar en el poder presidida por Tantaui se haya comprometido a respetar los acuerdos de paz con Tel Aviv. No obstante este obligado pragmatismo, la apertura parcial de la frontera con la asfixiada Gaza, los atentados al oleoducto que alimenta a Israel y Jordania y el asalto a la embajada israelí tras la muerte de cinco soldados egipcios en un incidente no aclarado en el Sinaí tras el que Tel Aviv se demoró en presentar excusas son otros tantos índices de que las cosas no volverán a ser como antes. El aislamiento internacional de Israel es mayor que nunca, y las recientes exhortaciones de León Panetta a que restablezca los maltrechos lazos con Ankara y El Cairo y reanude las negociaciones con la Autoridad Nacional Palestina (negociaciones inútiles desde la construcción de nuevos bloques de viviendas en Jerusalén Este en un gesto de claro desaire a Obama) han caído en saco roto. El <em>statu quo</em> se ha venido abajo y Netanyahu se muestra por ahora incapaz de mover ficha. Las inquietantes ambiciones nucleares de Irán, el huracán que sacude a Siria y la persistente agitación egipcia tras la victoria de los islamistas deberían arrancarle de su esclerosis estratégica y de su funesto inmovilismo. Lo de "la paz se hace con los dictadores" o "no hay espacio para la democracia en el mundo árabe", evocados por Evi Schlaim, muestran la urgente necesidad de un cambio de mentalidad de los líderes de un Estado que se preciaba hasta fecha reciente de ser la única democracia en Oriente Próximo y que vive hoy voluntariamente atrapado en su búnker.</p>
<p><strong>5</strong> El resultado de la convocatoria de las primeras elecciones libres celebradas en Túnez, Egipto y Marruecos a consecuencia de la <em>primavera árabe</em> ha favorecido claramente a los partidos y movimientos islamistas, tal y como ocurrió en Argelia veinte años antes. Para cualquier observador de la sociedad de estos países, dicha victoria no era solo previsible: estaba cantada. La demonización de los Hermanos Musulmanes por Nasser, Sadat y Mubarak en Egipto, por Burguiba y Ben Alí en Túnez, así como por el núcleo duro del Majcén durante el reinado de Hassan II, les confirió una aureola de héroes de cara a una población sujeta a un poder omnímodo tras las duras persecuciones que sufrieron. Forjados en la lucha clandestina, lograron mantener no obstante el contacto con aquélla, harta de la injusticia, corrupción y arrogancia de los detentadores del poder y de su manipulación de los desacreditados partidos políticos. Pero dicho islamismo abarca una gran variedad de corrientes y difiere de un país a otro aunque la disyuntiva actual entre un pragmatismo que toma por modelo el Partido de la Justicia y Desarrollo turco y un salafismo que predica el retorno al califato o el camino al <em>wahabismo</em> saudí sea común a todos ellos.</p>
<p>En el caso de Túnez, de donde arrancó el proceso revolucionario árabe, el periodo de transición hasta las elecciones del 23 de octubre estuvo marcado, como en Egipto, por manifestaciones masivas de descontento. La lentitud de los cambios que exigía la calle, la permanencia en puestos de mando de políticos vinculados a Ben Alí y su partido, el desamparo económico y social de las regiones marginadas del interior y del sur y el odio a una policía no purgada de sus elementos responsables de la represión anterior alimentaban un sentimiento de frustración -de un <em>benalismo</em> sin Ben Alí- que estalló en las violentas manifestaciones del mes de julio en la simbólica plaza de la Kasbah, junto al Ministerio del Interior. Estas protestas, reprimidas también como en Egipto con gases lacrimógenos, apaleamientos y numerosas detenciones, reflejaban la mencionada división del país en términos económicos y sociales -la mayoría de los contestatarios procedía de Gafsa, Sidi Buazid, Kaserín, Gabés y otras zonas tradicionalmente postergadas-, y también entre quienes exigían cambios rápidos, pese a la grave crisis económica, y los que, como Ennahda, no querían descarrilar un proceso electoral que a todas luces les favorecía. Los jóvenes en cólera, que fueron la vanguardia en la caída del déspota, y los sectores urbanos laicos y demócratas que les apoyaban comprobaron con amargura el 23 de octubre que los principales beneficiados de su lucha eran Ganuchi y su movimiento. A ello contribuyeron la fragmentación del voto liberal y socialdemócrata (¡105 partidos, en su mayoría desconocidos y sin programa claro!) y su falta de experiencia y bisoñez frente a una maquinaria bien rodada como la de Ennahda. Pero si el 36% de los sufragios le otorga la presidencia del nuevo Gobierno, éste deberá compartir el poder con el partido Congreso para la República, de izquierda nacionalista, y el socialista Ettakol, que le siguen en número de votos.</p>
<p>La transición tunecina se ha iniciado con la creación de una Asamblea Constituyente provisional, encargada de redactar un esquema de la que será aprobada dentro de un año y que garantizará el pluripartidismo y el Estado de derecho. Presidida por el conocido opositor de Ben Alí, Mustafa ben Jaafar, ha elegido presidente de la República a Moncef Markouzi, cuyo historial democrático y de defensor de los derechos humanos no ofrece dudas. La jefatura del Gobierno, que acumula la mayor parte de poderes y prerrogativas, corresponde a Ennahda. Ante el temor que ello suscitó en los partidos laicos y en las asociaciones de mujeres que participaron activamente en la caída del dictador, su portavoz se comprometió a preservar el código del estatuto personal de la mujer, el más avanzado de los Estados árabes, contra el que se movilizan los salafistas.</p>
<p>El manejo de este periodo no será fácil ni evitará nuevas tensiones ni episodios de enfrentamiento callejero, obra no solo de los <em>indignados</em> impacientes, sino también de los provocadores y matones instigados por los servicios de seguridad del régimen anterior y por los salafistas radicales, en una singular alianza <em>contra natura.</em> A esa efervescencia se suma el deterioro económico que atraviesa el país a consecuencia de la crisis mundial y el desplome del turismo.</p>
<p>(Recuerdo la cólera de un hotelero francés que, ante las hileras de tumbonas vacías a lo largo de una playa "de ensueño", espetó a su entrevistador: <em>Qu'ils arrêtent d'une bonne fois leur pagaille! Nos clients veulent bronzer!)</em></p>
<p>El dilema de Ennahda, como el de los Hermanos Musulmanes egipcios, es decantarse por el modelo turco de Recip Erdogán o por el extremismo salafista que predica la vuelta al califato (sin precisar cómo) y que encabezó las ruidosas manifestaciones contra el filme <em>Ni Alá ni amo,</em> de la realizadora tunecina Nadia el Fani. Ennahda debe dejar bien claro que los progresos cívicos adquiridos en la época de Burguiba y las normas del Estado de derecho no admiten vuelta atrás.</p>
<p><strong>6</strong> Desde mi estancia en El Cairo tras la caída del "Faraón" <em>(La plaza de la Liberación,</em> suplemento <em>Domingo</em> de El País de 1-5-2011), el proceso de transición egipcio ha seguido un curso previsible: los altibajos de un camino difícil y sembrado de trampas. Los jóvenes impacientes que ocupaban la plaza acusaban ya al Consejo Superior de las Fuerzas Armadas (CSFA) de intentar perpetuarse en el poder y sus correspondientes privilegios: un mubaraquismo sin Mubarak. Recordé a uno de ellos, con quien conversé en un hotel cercano al epicentro de la contestación, que nuestro trayecto hacia la democracia se extendió desde la Constitución de Cádiz en 1812 hasta la establecida en 1978 tras una verdadera montaña rusa con periodos de monarquía absoluta, revueltas liberales, golpes de Estado, dictaduras, guerras civiles... El suyo, le tranquilicé, sería infinitamente más corto, pero debería sortear los escollos con pragmatismo, conforme al precario equilibrio de fuerzas entre el poder militar y los impulsores del cambio. Entre unos y otros se interponían además dos fuerzas convergentes pero opuestas: la acción perturbadora de los matones y camorristas de la disuelta Seguridad del Estado, los <em>baltaguiya,</em> y la de los salafistas radicales, cuyo credo rechaza la noción de democracia "importada de Occidente".</p>
<p>El sectarismo religioso ha sido el arma empleada por ambos para sembrar la discordia. El 8 de mayo, jóvenes musulmanes y coptos se enfrentaron en el barrio popular de Imbaba y dos iglesias fueron pasto de las llamas. El intercambio de pedradas, adoquinazos y balas dejó 12 muertos y más de 200 heridos, en su gran mayoría cristianos. Los hechos se repitieron a mayor escala el 9 de octubre, con la protesta copta por el incendio de otro templo en el sur de Egipto. Millares de cairotas se congregaron frente a la televisión estatal para exigir el castigo de los culpables. Los militares que protegen con tanques la sede de aquélla dispararon contra los manifestantes con un saldo de 21 víctimas mortales (17 civiles y 4 soldados). Según la poco creíble versión oficial, los coptos atacaron a los reclutas con armas de fuego. Mucho más verosímil es la de quienes sufrieron el fuego de los militares: los autores de los primeros disparos fueron los <em>baltaguiya</em>infiltrados en la multitud de los que protestaban desarmados.</p>
<p>Los <em>indignados</em> del Movimiento del 25 de enero y del <em>todos somos Jalid Said -</em>nombre del joven internauta de Alejandría torturado hasta la muerte el 6 de abril de 2010 por la policía de Mubarak por haber colgado en su blog un vídeo que mostraba la corrupción policial- volvieron a acampar en la plaza para exigir la dimisión de Tantaoui y del Gobierno provisional. Las cosas no habían cambiado desde el encarcelamiento de Mubarak y sus hijos en Tora, centenares de detenidos en las protestas contra el dictador seguían presos y la censura de los medios informáticos era la misma de antes: uno de los programas más populares del canal privado ONTU fue cancelado por intentar emitir una entrevista con el novelista Alaa al Aswany y las oficinas de Al Hurra y 25TV fueron asaltadas brutalmente por filmar en directo la carnicería del 9 de octubre.</p>
<p>El desalojo brutal de los acampados en la plaza, incluso de los dispensarios improvisados para las víctimas de los gases lacrimógenos y balas de caucho de la manifestación del viernes 18 de noviembre, movilizó de nuevo a una inmensa multitud de cairotas que abarrotaron Tahrir y sus aledaños como en los días gloriosos de la Revolución. Los Hermanos Musulmanes, que habían boicoteado las últimas protestas masivas a fin de no descarrilar el proceso electoral que favorece el brazo político de la Cofradía, el Partido de la Justicia y Libertad, se sumaron disciplinadamente los días siguientes, sobrepasando en número y visibilidad mediática a los movimientos juveniles y partidos democráticos. Tras esta prueba de fuerza dirigida a la cúpula militar, la creciente tensión entre el Ejército y los "indignados" de Tahrir desembocó en la convocatoria el 25 de noviembre del <em>Día de la Cólera,</em> en recuerdo de la que fue origen de la caída del dictador. La plaza vivió la misma furia y exaltación de comienzos de año: la multitud exigió la dimisión de Tantaoui, el aplazamiento de las elecciones del día 28 y la formación de un nuevo Gobierno compuesto de políticos libres de toda sospecha de colusión con el pasado, presidido por El Baradei. Pero los Hermanos Musulmanes fueron los grandes ausentes de este Viernes de la Última Oportunidad: se reunieron en el barrio de Al Azhar ¡a defender la mezquita Al Aqsa de Jerusalén! Los salafistas ocuparon su lugar y encabezaron las protestas en Alejandría, El Fayún, Asuán y Port Said.</p>
<p>La complicidad entre la Cofradía y el CSFA -denunciada por los jóvenes revolucionarios abstencionistas y por militantes salafistas- frustró la anunciada marcha de un millón contra la cúpula militar y el secuestro de la Revolución por antiguos cómplices de Mubarak, y salvó el calendario electoral fijado tres días después. La dura experiencia de los Hermanos a lo largo de cuatro décadas ha cambiado la mentalidad de las nuevas generaciones: las ha alejado del islamismo radical y acercado al modelo del PJD turco. Saben que su futuro político exige un reparto de competencias con el Ejército y con los demás partidos representativos de la sociedad egipcia. No pierden la ocasión de proclamar que son moderados y respetarán la Constitución elaborada por la Asamblea Constituyente.</p>
<p>Su estrategia se ha revelado fructuosa, contrariamente a los comicios amañados de Mubarak en los que muy pocos se tomaban la molestia de depositar su voto en la urna, los egipcios acudieron masivamente a ejercer su derecho en la primera vuelta del laborioso proceso electoral del 28 y 29 del pasado noviembre (alrededor del 60%) y el brazo político de la Hermandad, el Partido de la Justicia y Libertad, obtuvo el 35% de los votos. Las apuestas otorgaban el segundo puesto al Bloque egipcio -una coalición de partidos liberales encabezados por el Wafd-, pero la gran sorpresa de los comicios fue el auge espectacular de los salafistas: su partido, Al Nur, se alzó con el 24% de los sufragios frente al magro 13% de los grupos liberales y laicos. El comunista Tagamu y los naseristas se reparten el resto.</p>
<p>La segunda fase de las elecciones celebradas en medio de las turbulencias de diciembre han confirmado esta tendencia. Los salafistas alcanzan la mayoría en Alejandría, Damiela y los distritos más desfavorecidos de la capital, robándole votos a la Cofradía, a la que acusan ya de tibieza y compadreo con la cúpula militar. Todo indica que ante el dilema de los Hermanos Musulmanes entre aliarse con el Wafd y los laicos para conformar una cómoda mayoría en la futura Asamblea o hacerlo con sus rivales de Al Nur, la alarma que generaría la segunda opción en una gran parte de la sociedad egipcia y en los países occidentales, en especial Estados Unidos -gracias a cuya ayuda interesada subsiste un alto porcentaje de la población-, les inducirá a inclinarse por la primera.</p>
<p>El extremismo de los salafistas inquieta no solo a los coptos y a la juventud urbana que se echó valientemente a la calle hasta derrocar al dictador, sino también a numerosos musulmanes moderados contrarios a la aplicación de la <em>sharía</em> y, sobre todo, a las mujeres que temen ser las primeras víctimas de su visión retrógrada. El partido político de la Cofradía, que toma por modelo el PJD de Erdogán, sufrirá en los próximos meses el "fuego amigo" de unos competidores que reivindican para sí el monopolio de los supuestos valores genuinos del islam. Pero desde un punto de vista pragmático, solo la tutela incómoda del Ejército, si renuncia a sus poderes <em>de facto</em> tras las presidenciales de julio de 2012, permitiría al Partido de la Justicia y Libertad emprender un urgente programa social de hacer frente a la pobreza que atenaza a casi el 80% de la población, a la caída del turismo y a la carga adicional de decenas de millares de trabajadores que huyeron del conflicto de Libia y han perdido su <em>modus vivendi.</em> Queda por ver cuál sería la respuesta de los salafistas, empeñados en aplicar sus preceptos oscurantistas ante lo que consideran un desvío o traición de sus pares.</p>
<p>P.S. La violenta intervención del Ejército contra los jóvenes manifestantes de Tahrir que el 17 de diciembre protestaban por la tortura y muerte de un compañero detenido la víspera incendió de nuevo la plaza y sus alrededores. El mundo entero pudo ver en directo el ensañamiento despiadado con los contestatarios caídos y la imagen degradante de la mujer inerte y golpeada, a quien los soldados rasgaron el velo. Los 10 muertos y 600 heridos con los que se saldó la operación de castigo han abierto un foso difícil de colmar entre el movimiento del 25-E y el Consejo Superior de las Fuerzas Armadas. Muchos dudan ya de sus promesas de ceder el poder y exigen una elección presidencial anticipada. Tras el vergonzoso episodio de los <em>tests</em> de virginidad impuestos a las jóvenes detenidas en las protestas, la reciente redada de incautación de material y documentación a las 17 ONG internacionales destinadas a promover la democracia son otras tantas señales de una deriva autoritaria y oscurantista del CSFA. El clamor mundial suscitado por ello pone al mariscal Tantaui ante el dilema de acelerar su <em>hoja de ruta</em> o incidir en los errores que condujeron a la caída de su antecesor.</p>
<p><strong>7</strong> ¿Hay, habrá una "excepción marroquí"? A la pregunta, formulada a menudo dentro y fuera del reino alauí, no puede responderse de forma categórica. Según las circunstancias y perspectivas adoptadas, es un sí y un no. A diferencia de los demás Estados sacudidos por el impulso renovador de la <em>primavera árabe,</em>Marruecos no ha vivido revueltas sangrientas y las grandes marchas de protesta que han recorrido sus principales ciudades no han puesto en tela de juicio, salvo unas pocas excepciones, el principio vertebrador de la monarquía. Las consignas y pancartas de los jóvenes del Movimiento del 20 de Febrero y de los diversos sectores del islam político se dirigían contra la corrupción rampante y los partidos fabricados por el Majcén, como el de la Autenticidad y Modernidad (PAM) de Alí el Hirnma, que, con otros grupos afines, se hizo con la mayoría del Parlamento en 2007. En cuanto a Justicia y Espiritualidad, el movimiento creado en 1973 por el jeque Yasín, no legalizado pero tolerado en la práctica, si su portavoz, la hija del propio Yasín, se declara personalmente republicana, su formación se limita a denegar al Rey su título de Emir de los Creyentes.</p>
<p>Cuando la efervescencia de la <em>primavera árabe</em> alcanzó Marruecos, Mohamed VI se apresuró a subirse al tren del cambio y en su discurso del 9 de marzo anunció una nueva Constitución para el país -votada con escaso entusiasmo el mes de junio-, mediante la cual se desprendía de una parte de sus poderes en favor del jefe de Gobierno del partido mayoritario elegido en unos comicios libres y transparentes. La divergencia entre radicales y pragmáticos, entre quienes rechazaban la reforma por insuficiente y tardía y los que veían en ella un paso en la buena dirección y confiaban en obtener así réditos electorales, marcó los siguientes meses de 2011. Las manifestaciones del 20 de Febrero, sostenidas por los islamistas de Justicia y Caridad, se sucedieron de un domingo a otro en Casablanca, Rabat y, sobre todo, en Tánger. Con excepción de la del 20 de febrero en la capital del Estrecho, se desenvolvieron de forma pacífica reclamando el fin de la corrupción y del clientelismo, una Constitución más avanzada y una Monarquía parlamentaria en la que el Rey reinara pero no gobernara.</p>
<p>Los resultados de la convocatoria electoral del pasado 25 de noviembre han dado la razón, al menos provisionalmente, a los posibilistas del PJD (Partido de la Justicia y Desarrollo, como el ADP turco), que obtuvieron una mayoría relativa de 107 diputados y casi el 30% de los sufragios. Aliado con el Istiqlal y los ex comunistas, podría alcanzar el quórum para gobernar. El PAM, por el contrario, sufrió una derrota estrepitosa que no perdonó siquiera a Alí el Himma, batido en su propio feudo de Ben Guerir. Si todo sale conforme a la partitura escrita en palacio, Abdelilá Benkirán será en las próximas semanas el primer ministro del primer Gobierno marroquí democráticamente elegido [fue nombrado por Mohamed VI el 3 de enero].</p>
<p>Si esta perspectiva alarma a una buena parte de la opinión pública -los sectores más modernistas y laicos-, creo, como Karim Bujari, el editorialista de <em>Tel Quel,</em> el semanario más libre y audaz de Marruecos, "que el triunfo del PJD es lo mejor que podría sucedernos en este momento". La razón es muy clara: por primera vez en la historia del país, el pueblo ha hecho oír su voz y avalado con ello la limpieza relativa de los comicios (digo relativa porque millones de marroquíes no figuran inscritos en el censo y los residentes en el extranjero no han podido votar). Se trata, pues, de un primer paso, ciertamente modesto, por la vía del cambio exigido por la juventud de los países árabes: marca el fin del caciquismo y manipulación de los comicios en los que tanto sobresalió Driss Basri, el gran visir del difunto Hassan II. El comentario de las calles al 25 de noviembre no deja lugar a dudas: la gente no ha votado al PJD por sus ideas, sino con la esperanza de que será más honesto que sus predecesores en el manejo de los bienes públicos.</p>
<p>La personalidad de Benkirán, convertido al posibilismo en el campo político, presenta, en cambio, aspectos más inquietantes en el de los derechos individuales: su reprensión pública a una periodista que vestía unos <em>jeans</em>ajustados o la denuncia de un laicismo que supuestamente incitaría al vicio que nuestros inquisidores llamaban "pecado nefando" o <em>crimen pésimo</em> (exactamente como Demetrio, el inefable obispo de Córdoba), contradicen su presunta defensa de aquellos. Su biografía muestra con todo -como la de los dirigentes del AKP y de los Hermanos Musulmanes- una evolución gradual del extremismo juvenil que le condujo a militar en las filas del islamismo violento y le valió la cárcel en los <em>años de plomo</em> de Hassan II a un pragmatismo que le lleva a pactar con sus antes denostados izquierdistas y con el Istiqlal con miras a un futuro Gobierno.</p>
<p>La evolución de Marruecos a corto y medio plazo es difícil de prever. El Movimiento del 20 de Febrero y el del jeque Yasín mantendrán su presión en la calle y Benkirán deberá capear con ella y con las que provengan del Majcén. La pobreza de las zonas atrasadas, las desigualdades sociales y una corrupción difícil de desarraigar le pasarán factura en unos años de crisis económica global y de los posibles efectos de una burbuja inmobiliaria a la española. Como factor positivo en el viejo enfrentamiento con Argelia a propósito del Sáhara, Marruecos se beneficiará del descrédito de Buteflika por su sostén a los dictadores árabes derrocados y del creciente apoyo político y económico de los Emiratos Árabes del Golfo, encabezados por Catar.</p>
<p>¿Asistimos en Túnez, Egipto y Libia -Marruecos sí sería en este caso una excepción- al paso de la Revolución al Termidor según opinan los expertos en el pesimismo histórico y en el "fatalismo consubstancial al islam"? Mientras se ventila la suerte del clan El Asad y el futuro de Siria, conviene recordar la frase de Kant, citada por mi amigo Jean Daniel, en el momento del Terror que precedió a la caída de Robespierre y la reacción termidoriana: "1793 no borrará jamás 1789".</p>
<p>Los efectos de la <em>primavera árabe</em> se prolongarán a lo largo de la presente década y nada será ya como antes.</p>
<p class="nota_pie">* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 22 de enero de 2012</p>
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Reportaje: De la primavera al otoño árabe
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Juan Goytisolo / Carla Fibla
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La llama prendió en un pueblo de Túnez hace un año. La inmolación de un joven se convirtió en un símbolo. El descontento social se extendió y transformó en cólera contra el humillante inmovilismo de los dictadores en Egipto, Libia, Yemen, Siria... Hacemos balance a través del viaje de dos reporteros a los puntos calientes de la revolución y el análisis de un escritor que conoce bien el mundo árabe.
Egipto
Libia
Primavera Árabe
Túnez
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Artículos y noticias sobre el Mundo Árabe.
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La Unión Europea suspende la exportación de armamento a Egipto
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Noticia sobre la decisión de detener la venta de armas a Egipto en oposición a la represión y la violencia sufridas en el país tanto por fuerzas de seguridad como por grupos armados.
Egipto
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Caricaturas sobre la primavera árabe
Viñeta o caricatura
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Sanciones contra la barbarie
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Artículos y noticias sobre el Mundo Árabe.
Artículo de prensa
Textos publicados en periódicos y revistas.
Texto original
<p>No se tiene constancia de ningún vídeo ni fotografía de la <a title="Opens in new window" href="http://www.consilium.europa.eu/uedocs/cms_data/docs/pressdata/EN/foraff/138449.pdf" target="_blank">visita</a> de Catherine Ashton a Mohamed Morsi, prisionero de los generales egipcios [desde el 30 de julio]. Sin embargo, el intento desesperado de <a href="http://www.voxeurop.eu/es/content/news-brief/4014981-catherine-ashton-mediadora-util-pero-no-decisiva">la mediación</a> de la Alta Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, causó una gran impresión. Para tener la oportunidad de ver a Morsi y de departir con él, quien representa a 570 millones de europeos se montó en un helicóptero, se encaminó hace tres semanas hacia un lugar desconocido y se plegó a las condiciones del nuevo régimen.</p>
<p>Hoy, cuando la <a href="http://www.voxeurop.eu/es/content/article/4067341-sanciones-contra-la-barbarie">tragedia de El Cairo</a> no ha podido evitarse, esa imagen recupera todo su vigor. Sin duda alguna, muestra a una mediadora cargada de buena voluntad, pero que sigue siendo débil. Los ministros de Exteriores de la UE, que se reunirán en una sesión extraordinaria el 21 de agosto en Bruselas, no deben solamente encontrar una solución a la violencia que tiñe de sangre Egipto, sino también la imagen de su propia impotencia.</p>
<p>Los europeos tienen constancia hoy en Egipto de lo que han hecho durante años <a href="http://www.voxeurop.eu/es/content/article/1517421-nadie-mueve-un-dedo-para-atrapar-assad">en Siria</a>: no tienen un peso decisivo en el curso de los acontecimientos. Esto se aplica tanto a la Unión en su conjunto, como a los Estados miembros. Sea individual o colectivamente, hasta ahora, los europeos han sido incapaces de ejercer la suficiente presión para que, aunque sólo sea temporalmente, los líderes militares descarten sus planes de borrar a los Hermanos Musulmanes del mapa político.</p>
<div class="pullquote quote">Aunque los ministros de Asuntos Exteriores no pueden hacer nada por el momento, esta reunión es al menos una buena medida</div>
<div class="bodyad"><ins class="adsbygoogle" data-ad-client="ca-pub-2732273183513357" data-ad-slot="3154634823" data-adsbygoogle-status="done"><ins id="aswift_0_expand"><ins id="aswift_0_anchor"><iframe id="aswift_0" name="aswift_0" frameborder="0" marginwidth="0" marginheight="0" scrolling="no" width="336" height="280"></iframe></ins></ins></ins></div>
<p>Aunque los ministros de Asuntos Exteriores no pueden hacer nada por el momento, esta reunión es al menos una buena medida. En primer lugar, porque nada sería más lamentable que resignarse a la impotencia ante la hecatombe que está teniendo lugar. Además, porque Europa, tan utópica como pueda parecer hoy en día, sigue siendo la mejor opción de Egipto, incluso sin lugar a dudas la única. Puede que la Unión Europea pueda ser reemplazada como socio capitalista (por ejemplo por Arabia Saudí), pero como guía hacia un régimen político moderno no es posible que otro ocupe su lugar.</p>
<h2>No tomar distancia</h2>
<p>Resentidos por la crisis del euro y contrariados ante la visión de un Oriente Próximo devastado, los europeos se han acostumbrado a tomar distancia de los acontecimientos, lo que no hace sino subrayar sus propias debilidades. Sirva como ejemplo: una representante de Asuntos Exteriores que se autoinvita con sigilo y sin tener las ideas claras; un nuevo <a href="http://www.voxeurop.eu/es/content/news-brief/3721431-europa-sigue-sin-voz-unica-en-politica-exterior">Servicio para la Acción Exterior</a> que no cumple las expectativas; unos Gobiernos nacionales que defienden sus propios intereses, en ocasiones sin ningún escrúpulo, como los británicos y los franceses; y, otras veces, con celo y precipitación, como Alemania, encarnada en su ministro de Asuntos Exteriores. A todo esto hay que añadir la ausencia de una fuerza militar conjunta.</p>
<p>Lo dicho es justo, pero puede relativizarse si se toma un poco de distancia. El ejemplo estadounidense lo ha demostrado: en la coyuntura actual la fuerza no consigue obtener mucho en un mundo árabe en crisis. Que sea haga de manera colectiva no hace que la política exterior sea inmune a la desorientación, tal y como demostró el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, cuando llegó a <a title="Opens in new window" href="http://www.bbc.co.uk/news/world-middle-east-23543744" target="_blank">declarar</a> que el golpe egipcio emanaba de la voluntad popular. Ahora mismo, los únicos que pueden mostrar determinación son quienes no tienen ningún problema con la violencia, pues va en el sentido de las relaciones de poder que les vienen bien en la región (una vez más, los saudíes).</p>
<div class="pullquote quote">En el peor de los casos, las divergencias en los puntos de vista conducen al bloqueo; en el mejor de ellos, obligan a adoptar una posición razonable y creíble</div>
<p>La credibilidad de la UE es la que puede hacer que sea eficaz, si realmente se dota de los medios necesarios. Ésta se desprende, por ejemplo, de que Europa no persiga intereses "nacionales". El interés europeo se negociaría antes. En el caso de Egipto, la indignación legítima contra la toma de poder por parte del ejército y la sangrienta represión de los movimientos de protesta debe contrapesarse por el deseo, igualmente legítimo, de no dejar que la situación se suma más en el caos. Un deseo que manifiestan sobre todo los países ribereños del Mediterráneo. En el peor de los casos, las divergencias en los puntos de vista conducen al bloqueo; en el mejor de ellos, obligan a adoptar una posición razonable y creíble.</p>
<h2>No tomar partido</h2>
<p>Hasta el momento, lo más razonable parece ser no tomar partido. Habida cuenta de los errores cometidos por casi todos los protagonistas en El Cairo, tendríamos problemas en escoger bando. Sin embargo, eso no quiere decir que haya que aceptar el régimen despótico que se ha instalado en el poder en Egipto con el asentimiento de, al menos, una parte de la población. La canciller Angela Merkel y el ministro de Asuntos Exteriores alemán, Guido Westerwelle, han tomado la delantera sobre el asunto, y con razón. Sería absurdo entregar al nuevo régimen los fondos que estaban destinados en un principio a instaurar la democracia. Y con mayor motivo si sirven solo para importar armas.</p>
<p>Frente al choque provocado por la visión de una catástrofe que no se ha podido evitar, la UE no puede refugiarse hoy en el pragmatismo. En política exterior la credibilidad es una cualidad rara, porque es extremadamente lento hacer que madure. Sin ella, la Unión no conseguirá nada en Egipto.</p>
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<a href="http://www.voxeurop.eu/es/content/article/4074541-europa-es-la-mejor-oportunidad-de-egipto" target="_blank">http://www.voxeurop.eu/es/content/article/4074541-europa-es-la-mejor-oportunidad-de-egipto</a>
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Europa es la mejor oportunidad de Egipto
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Daniel Brössler
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21/08/2013
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SÜDDEUTSCHE ZEITUNG / Voxeurop
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Ante los acontecimientos que sacuden Egipto, la UE debe volver a confesar su impotencia. Sin embargo, por utópico que parezca hoy en día, es la única que puede guiar al país hacia un régimen político moderno.
Democracia
Egipto
Primavera Árabe
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Caricaturas sobre la primavera árabe
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Los acontecimientos que sacuden Egipto
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Dave Brown
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2012
Egipto
Primavera Árabe
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Artículos y noticias sobre el Mundo Árabe.
Artículo de prensa
Textos publicados en periódicos y revistas.
Texto original
<p>What strikes you on a trip to the Middle East is that everyone is talking politics—all of the time. That had been the case in countries like Lebanon where it is a national pastime, but it is a new phenomenon in countries across North Africa and the Gulf.</p>
<p>Constitutions are being rewritten, political parties and youth groups are vibrant, and everyone has an opinion on current events. The older generation seems worried by the uncertainty associated with change. The young generation continues to be energized.</p>
<h4 data-fontsize="26" data-lineheight="39">Need for an economic rethink</h4>
<p>But, what I noticed during a week of travel through the region is that <strong>almost no one is talking economics, and that is a worry</strong>. Because while 2011 was a year of major transitions in the political domain, almost every economic indicator in the non-oil countries went in the wrong direction. Growth halved, unemployment rose, reserves came under pressure and deficits ballooned as governments responded to social pressures by increasing spending on wages and generalized <a href="http://blogs.imf.org/2011/05/10/food-and-fuel-subsidies/">subsidies</a>.</p>
<p>New governments across the region are keen to respond to the demand for <a href="http://blogs.imf.org/2011/11/16/bringing-the-informal-sector-into-the-fold/">jobs</a> and justice that brought them to power but are quickly faced with the hard reality of limited resources and powerful vested interests.</p>
<p>So, just as the "<a href="http://blogs.imf.org/2011/12/06/the-arab-spring-one-year-on/"><strong>Arab Spring</strong></a>" opened a debate about politics in the Middle East, we now need an "<strong>Economic Spring</strong>" on how to rethink the region's economic future.</p>
<p> </p>
<p>Of course each country will have to define its own strategy, but there will be some common issues that will have to be addressed. How can countries move away from generalized <a href="http://www.imf.org/external/pubs/ft/survey/so/2012/CAR051412B.htm">subsidies</a> to ones targeting the poor to free up resources to invest in improving the education system and infrastructure? How can tax systems become fairer so that the poorest can be given a minimum standard of living? Given bloated public sectors, how will the private sector be induced to create the 50-75 million <a href="http://www.imf.org/external/pubs/ft/fandd/2011/06/Abdih.htm">jobs</a> needed in the next decade?</p>
<p>Unfortunately, there is not yet any real discourse about these issues.</p>
<h4 data-fontsize="26" data-lineheight="39">Tougher environment</h4>
<p>The region has to make this historic transition in a <a href="http://www.imf.org/external/pubs/ft/survey/so/2012/CAR042012D.htm">much tougher external environment</a> than that which faced Eastern Europe after the fall of the Berlin Wall.</p>
<p>In the 1990s the world economy was booming, Europe was keen to embrace the transition countries by providing a policy anchor through membership of the European Union, and external finance was readily available.</p>
<p>None of these conditions are the same for <a href="http://www.imf.org/external/pubs/ft/reo/2012/mcd/eng/mreo0412.htm">MENA</a> (the Middle East and North Africa) today and while there is willingness from the international community to help, resources are limited. Most of the economic transition in MENA will have to be financed through domestic resources and that means the numbers need to add up.</p>
<p>Launching such a debate in the months ahead is essential.</p>
<p>It must be indigenous and engage the younger generation whose <a href="http://www.imf.org/external/pubs/ft/fandd/2012/03/straight.htm">economic futures are at stake</a> -- both their job prospects and the debts that will have to be repaid if their economies are mismanaged.</p>
<p>It was refreshing to listen to students from universities in Beirut during a <a href="http://www.imf.org/external/np/speeches/2012/051012.htm">presentation</a> I gave at the American University in Beirut (<a href="http://www.aub.edu.lb/main/Pages/index.aspx">AUB</a>). They had many questions on the economy and the implications for their futures. There was obvious energy and talent in the room as well as worry about what lay ahead for them.</p>
<p>Their concerns ranged from the need for better access to education, to jobs, to protecting the environment. They also commented about the need for transparency in public finances and how the IMF can help address the many challenges facing the region.</p>
<p>This visit to the region, has made me more convinced that without an "Economic Spring" to accompany the "Arab Spring" and the important political transitions taking place in the Arab region, we risk failure on both fronts.</p>
Enlace
<a href="https://blogs.imf.org/2012/05/18/why-the-arab-world-needs-an-economic-spring/" target="_blank">https://blogs.imf.org/2012/05/18/why-the-arab-world-needs-an-economic-spring/</a>
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A name given to the resource
Why the Arab World Needs an Economic Spring
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Nemat Shafik
Date
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18/05/2012
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Fondo Monetario Internacional
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Blog de la directora general adjunta egipcia del FMI Nemat Shafik en mayo de 2012.
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