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\r\n
Desde que el pasado 23 de junio Reino Unido votó mayoritariamente a favor de abandonar la Unión Europea, la negociación del acuerdo de Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés) quedó herida de muerte. Los británicos habían sido hasta entonces los principales valedores del pacto que sellaría “el nuevo modelo de negociación comercial para el siglo XXI”, en su papel de defensores del liberalismo económico y de los especiales lazos que le unen a EE UU.
\r\nAhora Alemania y Francia acaban de dar el golpe de gracia final a las negociaciones. Con apenas 24 horas de diferencia, los dos países que conforman el motor de la Unión Europea han echado por tierra las ya escasas expectativas de lograr un acuerdo con EE UU, por mucho que la Comisión Europea siga defendiendo la validez de su mandato y su disposición a cerrar el pacto en el plazo previsto, antes de finales de año. El calendario político juega claramente en su contra.
\r\nNadie puede esperar concesiones significativas en una negociación de este calibre cuando se mezclan los procesos electorales por medio y las dos potencias europeas deben someterse al juicio de los electores a lo largo de 2017. El domingo era el vicecanciller y líder de los socialdemócratas alemanas, Sigmar Gabriel, quien declaraba la muerte de facto del TTIP. La Administración francesa, que nunca ha sido muy partidaria de los acuerdos de liberalización comercial, se sumaba ayer al rechazo al pacto.
\r\n\r\nTampoco el TTIP cuenta con un valedor de peso en EE UU. Aunque en junio el presidente Barack Obama garantizó en un viaje a Alemania el compromiso de su Gobierno con la negociación, su mermado poder político en la recta final de su mandato pone incluso en duda el apoyo del Congreso al acuerdo comercial sellado con los países de Asia-Pacífico. Ninguno de los candidatos a las elecciones presidenciales de noviembre respalda el TTIP, lo que en el caso de los republicanos supone un cambio radical respecto a sus posiciones tradicionales.
\r\nEl TTIP ha caído presa de los miedos que atenazan a los ciudadanos a ambos lados del Atlántico y también ha sido víctima de las respuestas proteccionistas con que los mandatarios occidentales intentan dar aparente solución a la actual etapa de recuperación económica, marcada por la escasa creación de empleo y el bajo crecimiento. Un escenario que alimenta la desafección política y el auge de los populismos.
\r\nTres años es poco tiempo para negociar un acuerdo donde está en juego el 60% del PIB mundial, pero ha llegado el momento de que los negociadores europeos se replanteen su estrategia. Francia propone empezar de cero, una vez que el escenario político se defina bajo las nuevas Administraciones. La alternativa es cerrar un acuerdo genérico y de principios, duramente criticado por la industria, que permita mantener viva la negociación y evitar que EE UU se vuelque completamente hacia Asia. Es hora de tomar una decisión.
\r\nLos vientos de cambio han llegado por fin a Argelia, el único país norteafricano que parecía casi inmune a la primavera árabe. El presidente Abdelaziz Buteflika, de 74 años, ha pronunciado esta noche un discurso por televisión en el que da el pistoletazo de salida a las reformas en el más poblado de los países del Magreb.
\r\nButeflika ha anunciado una revisión de la Constitución controlada, porque él tendrá la última palabra a la hora de aceptar las propuestas que le serán sometidas por una comisión integrada por \"las corrientes políticas y expertos constitucionalistas\". Sus propuestas deberán ser conformes \"a los valores fundamentales de la sociedad\", ha subrayado.
\r\nLa oposición de izquierdas, el Frente de Fuerzas Socialistas y el Partido del Trabajo, habían solicitado que la reforma de la Constitución de 1996 fuera llevada a cabo por una Asamblea Constituyente como en Túnez. En Argel la nueva Carta Magna será aprobada, en última instancia, \"por el Parlamento o mediante un referéndum\", según el presidente.
\r\n\r\nÉste ha anunciado además que se revisarán el código de la familia, para mejorar la situación jurídica de la mujer; la ley electoral, la de partidos y la que rige el funcionamiento de las asocaciones de la sociedad civil.
\r\nHabrá también una nueva ley de prensa que \"despenalizará\", según Buteflika, \"el delito de prensa\". \"Podemos estar orgullosos de pertenecer a un país en el que la libertad de expresión es una realidad palpable\", recalcó.
\r\nArgelia se paralizó para escuchar el discurso del presidente. Las calles estaban vacías la noche del viernes \"como cuando tras la jornada del Ramadán se produce la ruptura del ayuno\" y los musulmanes empiezan a alimentarse, comentaban los argelinos en Twitter. En las redes sociales parecían algo decepcionados por la timidez de la reforma propuesta y sorprendidos por el estado de su presidente, septuagenario y enfermo desde 2005.
\r\nEl que fue en su día un gran orador leyó con dificultad, sin apenas vocalizar, su alocución escrita en unas cuartillas. No levantó en ningún momento la vista. El discurso había sido probablemente grabado horas antes. El mandato presidencial expira en 2014, pero hay serias dudas de que su estado de salud le permita agotarlo.
\r\nLa alocución del presidente argelino supone el primer reconocimiento explícito de que la crisis que atraviesa el país necesita una solución política y no aumentos de sueldo como los concedidos hasta ahora por el régimen para acallar las protestas.
\r\nEl único gesto político que había efectuado hasta la fecha el régimen fue el levantamiento, a finales de febrero, del estado de emergencia impuesto hace 19 años para luchar contra el terrorismo islamista.
\r\nGracias a los recursos que proporcionan los hidrocarburos, el Estado argelino satisface muchas reivindicaciones sociales, aunque desde un punto de vista económico su laxitud sea poco ortodoxa.
\r\nButeflika se ha dirigido a un país en plena ebullición social. La web informativa argelina TSA recopiló ayer nada menos que 330 protestas sociales en los últimos tres meses, desde el 15 de enero. Profesores de instituto, médicos, personal sanitario, secretarios de juzgados, guardias forestales, funcionarios de los Ayuntamientos y, por supuesto, los estudiantes se han puesto en huelga y se han echado a la calle. Estos últimos se enfrentaron el martes en Argel con las fuerzas del orden cuando intentaban llegar al palacio presidencial.
\r\nLa oposición convencional, integrada por un partido laico, sindicatos autónomos y militantes de derechos humanos, convoca con regularidad manifestaciones que son poco concurridas y que, a diferencia de la de los estudiantes, no han roto el cerco policial.
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\r\n\r\nArgelia celebra el jueves unas elecciones legislativas más transparentes y pluripartidistas que las anteriores. Con esta consulta de nuevo cuño las autoridades intentan sortear una primavera árabe al estilo de sus vecinos orientales, que derrocaron a las dictaduras y se adentraron por el camino de unas democracias en las que los islamistas son, por ahora, hegemónicos.
\r\nMás de 21,6 millones de argelinos, sobre una población de 36 millones, han sido convocados a las urnas para elegir una Asamblea Nacional Popular de 426 diputados encargada de enmendar la Constitución. Votarán bajo la supervisión, por primera vez, de 500 observadores internacionales.
\r\nEl gran reto para el régimen es lograr una participación —en 2007 apenas llegó al 36%, pero ahora aspira a que alcance el 45%— que respalde sus recientes reformas, bastante superficiales, y contenga la progresión de los barbudos, sobre todo de aquellos más vehementes.
\r\nPrueba de que algo ha cambiado es que los socialdemócratas del Frente de Fuerzas Socialistas han renunciado a su tradicional boicoteo de las urnas y se presentan en casi todas las 48 circunscripciones electorales. “No se trata de apoyar a las autoridades sino de empujar hacia una transformación democrática y pacífica”, declaró Mustafá Buchachi, uno de sus responsables.
\r\nLa última vez que Argelia se adentró por la vía democrática, con las legislativas de 1991, los radicales islamistas del Frente Islámico de Salvación (FIS) estuvieron a punto de adueñarse del Parlamento. Les detuvo, en enero de 1992, un golpe de Estado militar que desembocó en una guerra civil larvada que se cobró 200.000 muertos.
\r\nAhora “el régimen ha actuado con inteligencia porque ha levantado suavemente la tapa de la olla a presión”, explica John Entelis, profesor de la Universidad de Fordham en Nueva York y buen conocedor del Magreb.
\r\nEl FIS fue disuelto hace 20 años, pero no así el islamismo. Nada menos que siete partidos islamistas de corte moderado, varios de ellos recién legalizados, concurren a estas elecciones. Uno de ellos, el Movimiento de la Sociedad para la Paz (MSP), lleva años haciendo buenas migas con el presidente Abdelaziz Buteflika, hasta el punto de haber integrado la llamada Alianza Presidencial. Compuesta por el antiguo partido único, el Frente de Liberación Nacional (FLN); por la formación (Unión Nacional Democrática)del primer ministro Ahmed Uyahia, y por un puñado de islamistas, la Alianza Presidencial lleva años gobernando bajo la tutela de Buteflika.
\r\n“Argelia ha estado desde la independencia bajo el estandarte de FLN y lo seguirá estando después del 10 de mayo”, vociferó en los mítines Abdelaziz Beljadem, el líder del partido histórico. No las debe tener todas consigo porque en algunas entrevistas se mostró proclive a recabar el apoyo de otras fuerzas parlamentarias, incluso islamistas, para seguir gobernando. A cambio de ofrecerles algunas carteras ministeriales es probable que se arrimen al poder.
\r\nPara rivalizar, no obstante, con los islamistas, el FLN ha salpicado sus listas electorales de hombres barbudos y de mujeres con hiyab (pañuelo islámico), como Asma Benkada, que estuvo casada con el más célebre predicador, el egipcio Yusef Qardaui. Su inclusión provocó disensiones en sus filas.
\r\nLa competencia es ahora más ardua. El MSP se ha coaligado con otras dos formaciones de idéntica ideología (Ennahda y El Islá) en una Alianza Verde que se declara de antemano convencida de ser “holgadamente vencedora”. Su programa es un repertorio de vaguedades excepto en su empeño de rematar la política de reconciliación de Buteflika con una amnistía para los terroristas.
\r\nMás demagógicas aún son las propuestas de Abdalá Yabala, otro islamista algo más vehemente, cuyo partido, El Adala, acaba de ser autorizado. Propone acabar en tan solo un año con el paro. Yabala ha multiplicado los guiños a los herederos del disuelto FIS lamentando en sus mítines que en 1991 “el poder cayera en manos de una Junta Militar y no de los elegidos por la mayoría de los argelinos”.
\r\nLos simpatizantes de aquel islam radical que encarnó el FIS no se presentan a las legislativas, porque rechazan el sistema o no cuentan con formaciones legalizadas, pero constituyen un gran vivero de electores que, en principio, se van a abstener. Yabala y otros candidatos intentan atraerles. Esa es una de las grandes diferencias entre Argelia y sus vecinos: el peso del islam radical.
\r\nEntre antiguos y nuevos partidos, legalizados hace tres meses, nunca tantos islamistas han concurrido a unas elecciones aunque su dispersión les resta fuerza. Se les ha prohibido utilizar la religión para captar votos aunque el régimen no ha dudado en echar manos de los imanes para incitar a la participación.
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\r\n“Solo se habla de eso, de la reelección y de la salud del presidente”, afirma Samia, estudiante de Filología Hispánica en la Universidad de Argel, en la parte trasera de una cafetería donde acude con un par de compañeros de carrera a los que este corresponsal conoció a través de las redes sociales.
\r\n¿Y qué se dice? “Pues que ya es hora de que Buteflika se jubile; que una potencia como la nuestra [cuarto exportador de gas mundial] no puede tener un jefe de Estado casi desahuciado”, responde Aziz suscitando la aprobación de sus compañeros. “Un país con una población tan joven no debe tener un presidente tan viejo”, añade Samia. El 80% de la población argelina tiene menos de 30 años.
\r\nMás que viejo, Abdelaziz Buteflika está sobre todo hecho trizas. Está aquejado de tales problemas de salud que no camina; no ha sido visto en público desde septiembre de 2012; cuando habla a sus huéspedes extranjeros es casi inaudible; no puede mantener con ellos una larga conversación; tiene dificultades para firmar como se pudo ver en televisión al rubricar los presupuestos de este año; no puede viajar ni hacer campaña electoral.
\r\nEl canal de televisión francés Canal+ mostró en diciembre cómo la televisión pública argelina trucó las imágenes grabadas durante la audiencia que Buteflika otorgó al primer ministro francés, Jean-Marc Ayrault, para dar la impresión de que mantenía una conversación animada. En el vídeo original solo movía tres veces la mano, pero en el que fue emitido lo hizo hasta ocho. El Ministerio de Comunicación argelino desmintió la manipulación y Amar Saadani, secretario general del Frente de Liberación Nacional (FLN), recuerda que Franklin D. Roosevelt dirigió Estados Unidos desde una silla de ruedas.
\r\nHace ya casi nueve años Buteflika fue oficialmente operado en el hospital militar Val de Grâce de París de una “úlcera sangrante”, aunque otras fuentes indican que recibió tratamiento por un cáncer de estómago. En abril de 2013 sufrió un ictus y estuvo ingresado 80 días en París adonde regresó una semana, en enero pasado, para ser sometido a revisión.
\r\nLos raquíticos partidos de oposición consideran que Buteflika debe de ser inhabilitado. “Todo esto demuestra su incapacidad para ejercer mínimamente sus funciones y da la razón a los que reclaman que sea invalidado tal y como prevé el artículo 88 de la Constitución”, sostiene Atman Mazuz, portavoz del Reagrupamiento de la Cultura y de la Democracia, una formación laica.
\r\nButeflika aún no ha dicho formalmente si tiene la intención de concurrir a un cuarto mandato, pero todo apunta a que sí lo hará. Tiene hasta el 4 de marzo para presentar su candidatura. En noviembre pasado el comité central del FLN, del que es presidente honorario, le dio su investidura. Desde entonces una retahíla de partidos vinculados a la Administración le han brindado su apoyo y sus partidarios han alquilado un edificio para convertirlo en el cuartel general de la campaña.
\r\nSi al final se presenta Buteflika será probablemente reelegido gracias a la movilización del FLN, el antiguo partido único, y buena parte de la Administración del Estado. La prensa argelina, en su mayoría hostil al presidente, sostiene que si logra ese cuarto mandato quinquenal habrá un jefe de Estado en la sombra: su hermano pequeño, Said Buteflika, de 57 años. A medida que la salud del presidente empeoraba, los poderes del hermano se acrecentaban.
\r\n“No veremos el cuarto mandato de Abdelaziz Buteflika sino el primero de Said”, asegura el célebre y corrosivo columnista Kamel Daud. “¿Cómo los Buteflika han podido convertir una república de larga tradición colegial en una monarquía familiar?”, se preguntaba indignado.
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\r\nLos otros tres candidatos, personajes sin envergadura vinculados al régimen, obtuvieron cada uno alrededor del 3%. La abstención apenas llegó al 10%. \"La elevada participación del electorado demuestra un mayor compromiso político por parte de los ciudadanos\", dijo el lunes el presidente de la comisión electoral, Mirzo-Ulugbek Abdusalmov.
\r\nUna interpretación muy distinta ofrecía la OSCE. \"Los votantes han sido privados de una verdadera elección\", indicó el comunicado de la misión de observación, que además de la absoluta falta de pluralidad, constató \"irregularidades\" en el proceso de votación. La OSCE nunca ha reconocido como homologable una elección en Uzbekistán, y este caso no fue la excepción: \"Estos comicios no han cumplido con los requisitos de la OSCE\" para ser considerados como democráticos. Por el contrario, los observadores de la pos soviética Comunidad de Estados Independientes (CEI) describieron las elecciones uzbekas como \"libres, abiertas y transparentes\".
\r\nKarímov, economista de 70 años, dirige con mano de hierro desde hace 18 años esta ex república soviética de Asia Central, donde los partidos políticos y los medios independientes están prohibidos, y los opositores se hallan en la cárcel o en el exilio. El mandatario uzbeko, abanderado en la lucha contra los integristas islámicos, estuvo en el foco de la crítica mundial a raíz de la represión de un levantamiento en mayo de 2005, que dejó centenares de muertos.
\r\nUzbekistán, de 27 millones de habitantes, es la república más poblada de la región. A pesar de las vastas reservas de hidrocarburos, la economía del país, en buena medida bajo control estatal, no logra despegar, y una tercera parte de la población vive en la pobreza.
\r\n* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 26 de diciembre de 2007
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\r\n“Elijamos a 50 ángeles o a 50 demonios nada va a cambiar hasta que no se mueva la calle”, declara Saad Al Ajmi, el editor del periódico online Al Aan.
\r\nAl Ajmi se refiere a que sea cual sea el resultado de las urnas, es el emir quien, de acuerdo con la Constitución, elige al primer ministro. Además, la familia reinante, Al Sabah, también se reserva las carteras clave de Defensa, Interior y Asuntos Exteriores. En consecuencia no se produce la alternancia que cabría esperar en un régimen democrático. Además, los ministros (un máximo de 16 de los que solo uno tiene que ser diputado) disponen de escaño en la Cámara, con lo que pasa de 50 a 65 miembros, distorsionando el resultado electoral a favor de los progubernamentales.
\r\nDe ahí que la oposición, una vaga coalición de islamistas, liberales, nacionalistas e independientes, haya hecho causa común de la petición de reformas constitucionales, a pesar de las diferencias que separan a los distintos grupos. En Kuwait, que fue pionero entre las monarquías petroleras de la península Arábiga en la adopción de una Constitución y un Parlamento tras su independencia en 1961, no están permitidos los partidos políticos, lo que complica aún más el ejercicio democrático.
\r\nPero el asunto divide a los 1,2 millones de kuwaitíes, de los que 400.000 tienen derecho al voto. Suleiman al Onaizi, del Centro de Investigación y Estudios sobre Kuwait, considera “muy peligrosa” la reforma constitucional. “Terminará llevándose por delante a nuestra familia real”, asegura. “Si consiguen el derecho a elegir el Gobierno, el próximo paso será rechazar al emir. Van paso a paso, pero su objetivo último es el poder”, asegura. ¿Quiénes? “No están en la foto, son recién llegados al país, no las familias originales”, añade exponiendo una de las fallas que dividen a los kuwaitíes. También teme que los partidos políticos abran la brecha entre suníes y chiíes o entre urbanos y tribales.
\r\nA pesar de la riqueza que se asocia con el emirato, el sexto exportador de petróleo del mundo, la utilización del tesoro para comprar lealtades políticas ha generado desigualdades y rencillas que los kuwaitíes airean con una libertad inimaginable en otras monarquías petroleras.
\r\n“Olvídese de los buenos sueldos y los beneficios sociales que todos recibimos. Eso es una miseria. El dinero de verdad es el de los contratos que se reparten 20 grandes familias”, explica un funcionario para poner contexto a la gravedad de las acusaciones de corrupción que los opositores achacan los gobernantes.
\r\nLas grandes familias de comerciantes, los chiíes, algunas tribus... cualquiera que apoya al Gobierno se convierte en objetivo de la oposición. A la vez, quienes se sienten atacados reaccionan tachando a los opositores de oportunistas, agentes iraníes o kuwaitíes de segunda. La creciente polarización de la sociedad empieza a preocupar a los observadores.
\r\n“Las protestas que hubo el año pasado no han tenido que ver con la primavera árabe, pero si el Gobierno no lo gestiona bien pueden terminar convirtiéndose una”, señalan fuentes diplomáticas europeas. En cualquier caso, para quienes participaron en el asalto al Parlamento del pasado noviembre, Túnez y Egipto fueron una inspiración.
\r\nEn lo que parece un aviso de lo que se avecina, miembros de la tribu Al Mutairi incendiaron en la noche del lunes al martes la jaima electoral de Mohamed al Yuwaihel, un candidato considerado progubernamental, al que acusaban de haberles insultado. Varios miles de Al Mutairi impidieron el acceso de los camiones de bomberos y permanecieron en el lugar hasta las cuatro de la madrugada para asegurarse de que no quedaba rastro.
\r\n“Vinieron las fuerzas especiales, pero igual que el día que asaltamos el Parlamento no dieron un paso porque sabían que si lo daban…”, confía un testigo a la vez que con la mano hace el gesto de cortarse la garganta.
\r\nEl incidente motivó la reunión al día siguiente del Consejo de Ministros que advirtió que “la estabilidad de Kuwait es la línea roja”. Los opositores, por su parte, cancelaron sus mítines individuales y se reunieron en la carpa de Musalem al Barrak, uno de los candidatos más vocales contra el régimen, no para denunciar el incendio, sino para expresar su apoyo a los Al Mutairi. Uno tras otro los candidatos pidieron unidad y calma, pero también un cambio radical.
\r\n“Ya nadie cree en el régimen”, explica con el ruido de fondo de los discursos Mansur al Khuzam, fundador y secretario general del partido islamista Al Umma. A la pregunta de cuál es el objetivo, responde que “una transición pacífica hacia una democracia verdadera”. ¿Hay lugar para la familia real? “Depende de ellos. Si son flexibles y aceptan los cambios, tendrán un sitio, pero buscamos una democracia con los estándares europeos, no con los estándares árabes”, resume.
\r\nCuatro son las líneas que fracturan la sociedad kuwaití:
\r\n\r\nUn tercio de los 1,2 millones de kuwaitíes son chiíes. Pero sus orígenes son distintos. Parte de ellos llegaron desde Persia a finales del siglo XVII; otros proceden de los oasis chiíes de Arabia Saudí, y solo una minoría son emigrantes recientes desde Irán.
\r\n“Antes no distinguíamos entre suníes y chiíes, pero el avance islamista lo hace patente”, declara Ahmad al Bustan, profesor de la Universidad de Kuwait. “Dicen que los chiíes apoyamos al Gobierno. Es porque tenemos miedo de los radicales religiosos y nos sentimos protegidos”, explica. Admite que él respalda al Ejecutivo. “Me tienen en el bote, pero ¿estoy contento? No, no estoy contento. Mi alumno se ha convertido en mi decano y no me trata bien. Pasa todo el tiempo”, añade. Sin embargo, lo que más parece molestarle no es esa sutil discriminación sino que no confíen en su consejo. “Como todas las semanas con el ministro de Educación y cuando le digo que, si no se produce un cambio gradual, habrá una revolución, cree que exagero y me pregunta qué necesito”.
\r\nUno de los motivos por los que la oposición se enfrentó al anterior primer ministro, el jeque Naser Mohamed al Ahmed al Sabah, fue por sus buenas relaciones con la comunidad chií.
\r\n“Todos en Kuwait venimos originalmente de tribus”, ha escrito Badrya Darwish en el Kuwait Times. Pero no todos se identifican como miembros de una. Según el censo de 1965, el 80% de los habitantes del emirato eran urbanos y un 20% beduinos. Hoy en día, a pesar de que la práctica totalidad de la población está asentada, las estadísticas identifican a un 40% como urbanos y al 60% restante como afiliado a una tribu.
\r\nEl activista político y de derechos humanos Abdelaziz al Orayedh explica que ello se debe en parte a que en 1965 no incluyó a muchos nómadas (lo que hubiera dado una distribución más cercana al 60-40). Pero también a que los beduinos son más propensos a la poligamia (una media de dos esposas) y tienen más hijos.
\r\nFrente a la imagen occidentalizada que proyecta Kuwait, con rascacielos, centros comerciales y jóvenes a la última, su particular Estado de bienestar ha fomentado el mantenimiento de las estructuras tribales. Sus valores más conservadores han convertido a sus diputados en aliados naturales de los islamistas. Muchos liberales temen que si disponen de más poder lleven el emirato hacia el modelo saudí.
\r\n“La gente se lo toma a broma, pero no sabe donde se está metiendo”, alerta preocupado Al Orayedh. Los jeques tribales retrasaron el voto de las mujeres hasta 2006, favorecen la segregación sexual en los espacios públicos y son menos proclives a la apertura de la economía que reclaman los liberales.
\r\nEsta división resulta más difícil de cuantificar, pero es algo que se percibe. La sociedad kuwaití es muy elitista. No todo el mundo es ciudadano de primer grado. Aunque nadie lleva una marca en la frente, la pureza de las raíces figura en la cédula de nacionalidad y, además, se desprende de los apellidos. Pertenecer a una de las grandes familias o tribus fundadoras es un grado que se traduce en prebendas y contratos.
\r\n“Son gente baja”, intenta descalificar a sus oponentes políticos un destacado islamista. “Nosotros les llamamos esclavos porque aunque en Kuwait se abolió la esclavitud, son descendientes de los que eran nuestros esclavos”, explica sin reparar en la contradicción que supone propugnar un sistema democrático y establecer categorías de ciudadanos.
\r\nQuienes no pueden trazar sus raíces hasta siete generaciones de kuwaitíes, o han adquirido la nacionalidad en tiempos recientes, son vistos como advenedizos.
\r\nEsa misma línea de razonamiento parece subyacer para las objeciones que no sólo el Gobierno, sino la mayoría de los ciudadanos, oponen a la naturalización de varios miles de personas que desde la independencia del país en 1961 viven sin papeles, los llamados bidún. “No les ven como potenciales recursos humanos para construir la sociedad sino como competidores por unos recursos escasos”, explica una consultora estadounidense con larga experiencia en el país.
\r\nLos trabajadores extranjeros, que suponen dos tercios de los habitantes, ni siquiera entran en la foto, ya que carecen de derechos civiles.
\r\nDespués de un siglo de alternancia entre las dos principales ramas de la familia real kuwaití de los Al Sabah, en 2006 se rompió el pacto no escrito entre los dos hijos de Mubarak al Kabir, Yaber y Salem. Los descendientes de Yaber desplazaron a los Al Salem tras lograr que el Parlamento declarara “no apto” al jeque Saad, que padecía Alzheimer. El jeque Sabah consiguió los apoyos necesarios para ser proclamado emir y eligió como príncipe heredero a su hermano Nawaf. Para muchos kuwaitíes esa lucha palaciega subyace a los actuales enfrentamientos políticos que dividen el país.
\r\n“En nuevo emir dijo que quería convertir Kuwait en un centro financiero internacional y enseguida una parte de la familia real empezó a retirar su dinero de las inversiones en las que participaba”, explica el activista político y de derechos humanos Abdulaziz al Orayedh.
\r\nPara hacer frente a esos pagos, muchos empresarios pidieron préstamos millonarios. La crisis financiera de 2008 arruinó a algunos de ellos, creando una base de descontento entre uno de los apoyos tradicionales de la monarquía.
\r\nCuando en marzo del año pasado empezaron las protestas estudiantiles, no sólo contaron con el apoyo de los diputados de la oposición, sino también con los de los rivales dentro de la familia real del entonces primer ministro, el jeque Naser, un hombre del emir. Ahora los observadores temen que estas querellas internas den profundidad al creciente descontento popular por la concentración de poder en la familia real y su despilfarro de los recursos públicos.
\r\nLos kuwaitíes eligieron ayer una nueva Asamblea Nacional con la que intentan poner fin a la crisis política abierta por las protestas del año pasado. Pero la participación del 59,7% desilusionó a quienes esperaban una participación masiva en los comicios, calificados como \"los más cruciales y peligrosos de la historia de Kuwait\" por el presidente del Parlamento saliente. La oposición, que defiende cambios constitucionales, confía en obtener una mayoría suficiente de los 50 escaños en liza para neutralizar los 15 reservados a los ministros.
\r\n\"Sí, esperábamos más participación, pero estamos en medio de las vacaciones de primavera\", justifica Saad al Ajmi, editor del diario online Al Aan, uno de los más críticos. Históricamente, la asistencia a las urnas ha rondado el 85%. Pero a partir de 2006 esa tasa cayó por debajo del 65%. Según el catedrático Abullah Alshayji, influyó la escasa respuesta de las mujeres, que pudieron votar desde ese año. Sin embargo, otros analistas lo atribuían a la creciente desilusión con la impotencia de la Cámara y confiaban en que el debate abierto ahora se tradujera en un mayor número de votantes.
\r\nPero a pesar de las tensiones de la campaña, el ambiente en los colegios electorales era relajado, incluso festivo en los destinados a las mujeres. En la escuela Al Waha, en Jahra, uno de los 98 centros de voto distribuidos por el emirato, partidarios de los candidatos tratan de ganar apoyos hasta el final, justo antes de que los electores accedan a las urnas.
\r\n\r\n
\"Hay mucho indeciso\", explica un prosélito mientras entrega la tarjeta de su candidato, Abu Rumai. \"Estamos con la oposición porque queremos más libertad y oportunidades para los jóvenes\", explica. No está claro que los votantes tengan muy en cuenta las intenciones políticas (aquí no hay programas porque los partidos no están autorizados).
\r\n\"Voy a votar a mis dos primos, a un amigo que aprecio mucho y a Ali Salem al Daqbasi\", confía F. al E., poniendo de relieve las peculiaridades del sistema kuwaití. Sus parientes son progubernamentales. Sin embargo, los otros dos candidatos están con la oposición que pide reformas constitucionales. Esto, que podría sonar progresista, resulta contradictorio en el caso de Al Daqbasi, quien se opuso a que se extendiera el derecho de voto a las mujeres.
\r\nCada elector puede marcar hasta cuatro casillas de la lista de su circunscripción, y en cada uno de los cinco distritos electorales del emirato se eligen 10 diputados. Se han presentado 287 candidatos. 23 son mujeres.
\r\nJahra, 32 kilómetros al noroeste de Ciudad Kuwait, es el contrapeso tribal y tradicionalista al estilo cosmopolita y occidentalizado que se respira en el Marina Crescent de la capital. En la escuela Said Hashem (único colegio para mujeres en Jahra), la mayoría de votantes, vocales de mesa e interventoras se cubren con el niqab, el velo que tapa la cara salvo los ojos. Eso exige una maniobra ante la vocal para permitir su identificación sin que el juez que preside la mesa (no hay juezas) les vea la cara.
\r\n* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 3 de febrero de 2012
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\r\nLa oposición kuwaití afirma que su llamamiento al boicot ha funcionado y que la participación es del 26.7%. Una cifra bajísima, teniendo en cuenta que los pasados comicios de enero alcanzaron el récord del 60% de participación.
\r\nPero esa barrera queda hoy lejos y deja en serios problemas al Gobierno. \"Hasta ahora la participación está siendo muy baja\", observaba George Irani, profesor de la Universidad Americana de Kuwait, a lo largo de la tarde. \"Si se queda en menos del 40% sería un problema\", añadía. Los activistas del boicot esperan una abstención del 70%, mientras que el Gobierno espera que la participación se sitúe en torno al 50%. A falta de que se revelen las cifras oficiales, si la cifra facilitada por la oposición se confirma, la lectura es que los partidarios de la abstención habrían ganado.
\r\nLas mujeres kuwaitíes esperan volver a entrar como diputadas en el Parlamento que se vota hoy. Serán las quintas elecciones en las que participan desde que ganaron el derecho al sufragio en este pequeño emirato del Golfo Pérsico, en 2005.
\r\nY por eso políticas como Maasuma Mubarak esperan que las mujeres logren acercarse a los resultados de 2009, cuando cuatro candidatas lograron por primera vez un escaño en la Asamblea Nacional, compuesta por 50 miembros.
\r\n\"Espero que tres o cuatro mujeres puedan entrar en el Parlamento esta vez\", señaló Mubarak. Zekra al Rashidi también se mostró optimista: \"Confío en las votantes kuwaitíes, porque el voto de una mujer es un voto libre\". Pero lo cierto es que, a priori, la baja participación no beneficiará a las mujeres.
\r\nEstas elecciones son las segundas que se celebran este año. Las anteriores, el pasado enero, se saldaron sin que ninguna mujer fuera elegida diputada.
\r\nEntonces, la participación alcanzó la cifra récord del 60% y la oposición islamista obtuvo la mayoría de los escaños. Ya en esos días, los analistas le daban a la Cámara poco tiempo de vida.
\r\nLos colegios electorales han cerrado a las 20.00 hora local (las 18.00 horas en España) y los resultados se conocerán antes de la medianoche de hoy. Estaban llamados a las urnas 422.569 votantes. El 56% de ellos son mujeres. Los electores eligen entre 307 candidatos, de los que 14 son mujeres, ocho candidatas menos que en las elecciones de enero. La novedad para esta votación es que un decreto acaba de reformar la Ley Electoral recortando el número de votos por persona de cuatro a uno. Los diez candidatos con más votos en cada distrito obtienen escaños.
\r\nLa oposición se opone a este decreto porque piensa que reducir el número de votos beneficiará a los candidatos próximos al Gobierno –lo que es igual a decir familia real-. El primer ministro es nombrado a dedo por el emir, el jeque Sabah al Ahmad al Sabah, de 83 años. Por ello, muchos kuwaitíes se oponen a esta campaña electoral y han llamado al boicot.
\r\nDecenas de miles de personas marcharon ayer por las calles de la capital kuwaití llamando a los ciudadanos a no participar en los comicios. \"¡La gente quiere hacer caer el decreto!\", reclamaron los manifestantes haciéndose eco de una de las estrofas más famosas de las revoluciones árabes.
\r\nLa marcha fue permitida por las autoridades. Kuwait cuenta con uno de los sistemas políticos más abiertos de su entorno. Pero el emirato está inmerso en una alta volatilidad política -desde 2006 ha habido cinco legislaturas en el Parlamento-, que ha ido acrecentándose desde principios de 2011. Ese año, una ola de protestas en la plaza Erada de Kuwait City provocaron la caída del Gabinete, con el primer ministro –sobrino del emir- a la cabeza.
\r\nAunque la Primavera Árabe no ha tenido un impacto directo en el cuestionamiento de la monarquía, existe un movimiento opositor en Kuwait que reclama reformas democráticas y mayor transparencia contra la corrupción. De hecho, lo que viene siendo una disputa constante entre Gobierno y Asamblea Nacional, se está convirtiendo desde el año pasado en un debate sobre el equilibrio de poder entre el emir y el Parlamento en el país con las sextas reservas mundiales de petróleo.
\r\n