Nacional III
Para resolver sus problemas económicos, la familia Leguineche decide trasladarse a Francia con sus escasas
pertenencias. Así, huyen a Lourdes disfrazados de peregrinos con la intención de restablecer el esplendor perdido.
Valor didáctico
Alto. Sirve para discutir sobre temas generales como el carácter de la sociedad españolea uy concretos como la falta de
patriotismo de las élites que practican la evasión de capitales en épocas de crisis. Se puede traer a colación el tema de los
deportistas que compiten bajo bandera española pero luego tienen su dinero en paraísos fiscales.
Vemos el alarmismo injustificado de una casta social ante la victoria socialista. Lueog el gobierno de Felipe González
realmente se centró en la modernización y ni nacionalizó bancos, ni expropió tierras, defendiendo el sistema capitalista tanto
como la derecha.
En Francia gana contra pronóstico el socialismo de Mitterand, con lo que los Leguineche y ahroa también el sobrino
afincado en Francia deben buscar un país alternativo, con los proyectos disparatados habituales.
1982
Patrimonio nacional
La Monarquía ha vuelto. Los Leguineche, también. En la segunda entrega de la saga de los Leguineche –precedida por La Escopeta Nacional y completada con Nacional III-, al terminar el régimen franquista, el marqués de Leguineche regresa a su palacio de Madrid. Tras treinta años de exilio voluntario en su finca Los Tejadillos, tiene el propósito de acercarse al Rey y poder reanudar el boato y la vida cortesana de antaño. Pero los intentos por llegar hasta la Casa Real no serán tan fáciles, creando disparatadas situaciones entre los curiosos personajes que componen la familia del viejo marqués.
Valor didáctico Alto, pues sirve para discutir sobre la adaptación de las nobleza y otros sectores a los cambios de régimen y sobre el carácter de la sociedad española.
Vemos a los Leguineche, que continúan con su vida de aristócratas decadentes y sus problemas familiares. Tras no lograr entrar en la camarilla real – cuya no existencia provocó disgustos en aquellos tiempos- terminan adaptando el viejo palacio a museo, en el que el propio marqués se muestra a turistas japoneses como último exponente de una época aristocrática. Vemos las situaciones habituales de la trilogía sobre los Leguineche, como intentos de soborno, evasión fiscal, duelos ridículos, picaresca… El sobrino del marqués que interpreta José Luis de Vilallonga resume bien todo con su afirmación de que "a España no se puede venir ni a heredar." El Palacio de Linares como escenario es incomparable, y los actores se mueven tan lúcidamente que configuran un gran retrato de la España de la transición. Berlanga se encuentra en ese contexto muy cómodo rodando largos planos-secuencias donde los diálogos resultan ácidos, cómicos y siempre acertados, estamos en definitiva ante una de las mejores películas del neorrealismo berlanguiano, donde se disecciona la sociedad con un bisturí donde no tiene cabida el aburrimiento.
1981