El presidente chino Xi Jinping ha inaugurado hoy en la ciudad de Wuzhen la segunda Conferencia Internacional de Internet en un país donde la web está sometida a una estricta censura y cuyas autoridades promueven el control de la red para "salvaguardar la soberanía nacional y la seguridad" de cada país, según escribió la agencia oficial Xinhua.
El propio Xi Jinping incidió en su discurso inaugural en el concepto de "seguridad" que para él debe desarrollarse de forma paralela a la expansión de internet y abogó por "el orden del ciberespacio de acuerdo a la ley" que "todos deben obedecer".
El encuentro cuenta con la asistencia de dirigentes internacionales como los primeros ministros de Rusia y Paquistán, y casi 2.000 invitados de toda una plétora de empresas del sector, pese a que la organización de defensa de la libertad de expresión, Reporteros sin Fronteras (RSF) pidió hace días que la comunidad internacional boicoteara esta cita ante las restricciones que sufre la web en este país.
"China es el mayor enemigo de internet", señaló esa agrupación. "Los invitados deberían avergonzarse. Son cómplices del régimen censor chino", aseguró Charlie Smith, cofundador de la plataforma GreatFire, creada para documentar la censura en la nación asiática.
Entre las firmas asistentes figuran muchas de las grandes marcas internacionales del ramo como Microsoft, IBM, Samsung, Nokia, Linkedin, Netflix o Facebook y por supuesto la cohorte de nombres locales especializados en este sector con Baidu,Tencent o Alibaba a la cabeza.
Todas las luminarias de esta industria en China, personajes como Jack Ma (Alibaba), Robin Li (Baidu), Ma Huateng (Tencent), Liu Qiangdong (JD.com) y Lei Jun (Xiaomi), o el ex fundador de Yahoo, Jerry Yang, tenían previsto asistir al encuentro.
"Las compañías de tecnología como Apple, Google, Facebook LinkedIn o Microsoft, tienen que decir 'no' al régimen represivo que impone China sobre internet y priorizar los principios y a la gente antes que los beneficios", reclamó Roseann Rife, una portavoz de Amnistía Internacional.
Las limitaciones del llamado "Gran Cortafuegos" que utiliza China para cribar el ciberespacio semejan ser una consideración menos ante el volumen de negocio que supone un mercado donde ya hay 668 millones de internautas, 1.200 millones de usuarios de teléfonos móviles o 600 millones que disponen de cuentas en plataformas como WeChat o Weibo (el equivalente chino a Whatsapp y Twitter) y que generan la abrumadora cifra de 30.000 millones de mensajes cada día.
El sector de internet representa el 7% del PIB chino, según la agencia Xinhua.
El pasado miércoles el apodado "zar" del ciberespacio de China, Lu Wei, también defendió las restricciones en la red que -dijo- son "necesarias para corregir rumores" y "proteger los derechos y deberes de los internautas".
El ministro de la Administración del Ciberespacio estableció un paralelismo con el tráfico caótico que se desarrolla frente a su oficina de Pekín. "Cada coche y peatón quieren moverse a su aire, por eso necesitamos unas reglas. La libertad es nuestro objetivo, pero el orden es el medio para alcanzarla", puntualizó.
Pero Wei se negó a asumir que exista la "censura" en China. Lo llamó "regulación". Decenas de comentarios que aparecieron Weibo (el Twitter chino) tras su alocución "desaparecieron" a los pocos minutos.
La estrategia local, que Xinhua define como ""legislación prudente", incluye el bloqueo de numerosas direcciones especialmente populares en occidente como Twitter, Facebook, Istagram, todos los servicios de Google o medios de información como The New York Times, Wall Street Journal o El País. "Tenemos el derecho a elegir a nuestros amigos", se justificó Wei.
La acción de los censores locales no se concentra ni mucho menos en las web internacionales. Las cifras oficiales indican que este año se han clausurado 29.999 páginas consideradas como "pornográficas" y casi 200 personas han sido detenidas por difundir "rumores" sobre casos tan sensibles para las autoridades locales como la explosión de una factoría química en Tanjin o la crisis bursátil.
El Centro de Información sobre la Red de Internet chino señaló recientemente que las normativas para regular el ciberespacio se habían multiplicado un 262 por ciento en 2014 con respecto al año pasado, una cifra que incide en la preocupación que mantienen los dirigentes chinos y en especial el presidente Xi Jinping, sobre un entorno difícil de controlar y abierto a la influencia de ideas como democracia o derechos humanos.
Ironías de esta cita, los periodistas desplazados hasta la localidad china indicaron que podían disfrutar de acceso a la web sin ninguna restricción.
El martes Xinhua dedicó una amplia columna de opinión a pedir el final del "libre flujo de información" en que dijo se basa la primacía de Estados Unidos en internet. "Ha llegado el momento de restructurar el gobierno global de internet", se leía en el comentario.
La cita de Wuzhen se inscribe en la multiplicación de esfuerzos que realiza China por difundir su ideario sobre lo que debería ser el futuro del ciberespacio, que pretende dividir por naciones para que cada una de ellas lo regule a su antojo.
Lu Wei ya había anunciado que su país está diseñando toda una estrategia "para gobernar internet" que pretende exportar al exterior destinada a "manejar correctamente las relaciones entre libertad y orden. Internet no puede estar por encima de la ley".
El pasado mes de octubre uno de sus representantes propuso en la Asamblea General de Naciones Unidas que se imponga un "código de conducta" en la web a nivel mundial.
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“Sexo, drogas, Internet”. Este título de una canción del grupo chino New Pants (paradójicamente vinculado al rock and roll) es tan sólo una muestra de la importancia que la Red ha alcanzado para los jóvenes urbanos chinos. “Quedarse en casa / nunca salir fuera / encender mi ordenador”, comienza el tema de New Pants. Y es que Internet no sólo se ha convertido en las grandes ciudades chinas en la herramienta de comunicación por excelencia, sino también en un nuevo universo cultural que cuenta con tendencias y reglas propias.
Uno de los sectores que con más fuerza se ha volcado en este nuevo universo es el del cine. Durante los últimos años, directores profesionales y amateur se han lanzado a la producción de películas y cortos pensados para ser vistos online. En el año 2010, uno de estos films, Old Boys (老男孩), se convirtió en un fenómeno de masas al alcanzar en unos pocos días más de 50 millones de visitas. Dirigada e interpretada por el joven pero experimentado Xiao Yang (肖央), los 42 minutos de esta película fueron tan exitosos que en el año 2014 se estrenó una versión cinematográfica.
En Old Boys están muchos de los elementos que suelen garantizar el éxito en el internet chino. Para empezar, está dirigida a los jóvenes, los principales usuarios de la Red y los más activos a la hora de compartir y comentar contenidos. En este caso, el film cuenta la historia de dos adolescentes que soñaban con ser músicos y fueron abandonando sus sueños a medida que se hacían mayores, con numerosos guiños a la generación nacida en los años 80 y las dificultades prácticas a las que se enfrentan hoy las familias en China. “Nuestra época nos dio la oportunidad de soñar, pero la presión que existe hoy ha llegado a un punto extremo, por eso la mayoría sólo puede buscar la felicidad en sus recuerdos”, decía a los medios chinos Xiao Yang refiriéndose a la nostalgia que impregna su película.
Además de dirigirse a los jóvenes, de ser humorística, sarcástica e irreverente, Old Boys contaba con el apoyo de una de las grandes empresas del internet chino, Youku. Esta plataforma de vídeos, similar a Youtube, se alió con la China Film Group Corporation para financiar los proyectos audiovisuales de once jóvenes directores y animadores chinos. Al proyecto se le llamó The Bright Eleven (11度青春) y es una muestra de cómo las grandes empresas del internet chino están contribuyendo (básicamente porque les resulta muy rentable) a la difusión de nuevos géneros culturales en la Red.
Entre los 11 elegidos por Youku también estaba un animador que llevaba triunfando de forma independiente desde hacía algún tiempo: Pi San (皮三). Su éxito más fulgurante le llégo en 2009 con “Diario de Kuang Kuang” (哐哐日记), una serie de 20 capítulos que sigue la vida de un estudiante chino en los años 80. Estos breves episodios de entre 5 y 10 minutos, llenos de crítica social, le convirtieron enseguida en uno de los animadores más prestigiosos del mundo de internet, encandilando a millones de seguidores que no estaban acostumbrados a retratos tan duros, honestos y violentos sobre la vida en China. “Quería utilizar el punto de vista de un niño para expresar las complicaciones normales y corrientes que tiene cada persona: el enfrentamiento entre el individuo (el niño) y la sociedad (los mayores); o dicho de otra forma, el conflicto entre el individuo y el sistema”, explica Pi San.
El caso de Pi San muestra el prometedor futuro que la animación tiene en China (todavía muy por debajo de sus posibilidades) y las nuevas fronteras en la libertad de expresión que ofrece Internet. Los capítulos del “Diario de Kuang Kuang”, donde se critica de forma contundente el sistema de educación chino e incluso se coloca una bomba en una escuela, probablemente se hubieran encontrado con la censura en cualquier televisión china. En Internet, sin embargo, los límites son algo más amplios y difusos, y aunque en los últimos años el gobierno ha aprobado nuevas leyes para controlar los contenidos de las plataformas online (especialmente de webs como Youku), lo cierto es que estas empresas privadas (a diferencia de los medios de comunicación, que son propiedad del estado) tienen importantes incentivos económicos para promover todo tipo de contenidos polémicos.
Además del cine y la animación, también la literatura ha creado nuevas tendencias en el mundo digital. Uno de los géneros de los que menos se habla, pero que casi desde el comienzo de internet ha contado con millones de lectores, es el de las novelas de internet (网络小说). Incluso con los antiguos teléfonos Nokia y sus diminutas pantallas, los chinos solían ya descargarse novelas por capítulos (pagando un módico precio) que leían en el metro camino del trabajo. Todavía hoy, este tipo de novelas triunfa entre los jóvenes (especialmente mujeres) y suelen tratar temas fantásticos, romances de amor o historias urbanas.
Internet ha provocado también que otro género literario haya ganado adeptos en los últimos años: la literatura flash (微小说). Se trata de pequeños relatos que van desde los 300 hasta los 1.000 caracteres, y que si bien se pueden publicar en papel, muchos lectores consideran más natural leer a través de las redes sociales. Bajo el pseudónimo de Lao Ma (劳马), Ma Junjie, profesor de la Universidad del Pueblo de China, se ha convertido en uno de los máximos exponentes de este género, con relatos que destacan por dos cosas: su brevedad y su sentido del humor. “Mucha gente siente interés por la literatura flash porque nos encontramos en una época mucho más de pequeñas historias que de novelas de Tolstoy”, reconoció Yan Lianke, uno de los grandes novelistas chinos, en una conferencia junto con Lao Ma celebrada en el Festival Internacional de Literatura del Bookworm de 2014.
A parte de géneros y autores específicos, lo cierto es que la influencia de internet en el mundo cultural chino es mucho más permeable y está presente en muchos otros espacios culturales. Sina Weibo, por sus características técnicas, puso de moda durante mucho tiempo compartir textos e imágenes en un formato alargado y vertical, una tendencia que se extendió a gran parte de la cultura popular. China es probablemente el único país que cuenta con una multitudinaria y muy utilizada red social destinada a eventos y productos culturales: Douban. Y figuras como Han Han o Guo Jinming, dos de los jóvenes escritores más populares de la última década, deben gran parte de su éxito a su inteligente uso de blogs y redes sociales.
Una parte de este éxito de Internet en el mundo cultural chino se explica por los límites de los canales tradicionales a la hora de incorporar todas estas nuevas tendencias. Televisiones, radios y periódicos se han mostrado durante estos últimos años mucho menos innovadores, reivindicativos e irreverentes a la hora de seducir a los jóvenes y ofrecerles propuestas culturales acordes con sus gustos e intereses. Cada vez más, la cultura china está encontrando nuevos espacios en el universo de Internet.
Entrevista con Manel Ollé, profesor de historia y cultura de China en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona
La semana pasada se celebró en Madrid el II Asia Geek, donde se debatió sobre las tendencias sociales, el uso de Internet y las tribus urbanas en varios países asiáticos, entre ellos China. Uno de sus participantes fue Manel Ollé, profesor de historia y cultura de China en la Universidad Pompeu Fabra y autor de libros como “La empresa de China”, “Made in China” (en la imagen de la izquierda) o “La Xina que arriba”.
Manel Ollé ha destacado entre otras muchas cosas por su conocimiento sobre la literatura contemporánea china, el cine asiático, las modas juveniles y el mundo de Internet en China. Aprovechando la celebración del II Asia Geek, le hemos hecho una entrevista por email en la que abordamos la situación de la Web en el gigante asiático:
ZaiChina: China es el país con mayor número de internautas del mundo, donde los usuarios más participan y donde el fenómeno de Internet, sobre todo entre los jóvenes urbanos, alcanza unas dimensiones difíciles de encontrar en ningún otro país. ¿Por qué pasa todo esto? ¿Por qué Internet se ha convertido en algo tan grande en China?
Manel Ollé: Con sus más de 1.350 millones de habitantes, las cifras absolutas en China siempre resultan apabullantes a escala comparativa en cualquier ámbito. Sin embargo, el porcentaje de internautas en relación al conjunto de la población se encuentra en China en una zona media a nivel internacional. Todavía hay terreno para crecer. El proceso de urbanización en el que se encuentra la sociedad china y la progresiva capilaridad de la red en ámbitos rurales marcarán las líneas de avance en el futuro.
Lo realmente impresionante en China es la vertiginosa velocidad de crecimiento de Internet, el amplio porcentaje de banda ancha y el importante avance del acceso desde telefonía movil
Lo realmente impresionante en China es la vertiginosa velocidad de crecimiento de Internet, el amplio porcentaje de banda ancha y el importante avance del acceso desde telefonía movil, fenómeno que puede abrir el paso a un tercer paradigma de la Red. Sería en la direccion hacia una red 3.0 donde la sincronicidad, la interactividad y la ubicuidad de la recepción se refuercen con el aumento de la capacidad de acceso y de aportación de contenidos inmediatos y también ubícuos, integrado al discurrir cotidiano y al desarrollo del sujeto individual: liberado de las limitaciones del marco institucional y tendente al consumo pasivo del cibercafé, el hogar o el puesto de trabajo.
La avidez de ocio, comunicación e información digital en China se puede explicar desde varias perspectivas complementarias. De entrada hay que considerar que el impacto social de Internet en China ha sido muy importante en virtud de un previo paisaje social muy distinto al de las sociedades abiertas de Europa o Norteamérica. Internet irrumpe en China sobre un espacio comunicativo previo muy controlado, cerrado, unidireccional y aislado del resto del mundo. China presentaba a principios del siglo XXI una sociedad civil y una esfera pública en transformación pero aún débil, atomizada, rígida y oficialista. Internet irrumpe en China a contraluz de un paisaje de comunicación audiovisual de masas y unas opciones de ocio para los jóvenes mucho menos disversificadas que las de Europa o Estados Unidos.
Si nos fijamos en el ámbito televisivo, los cambios en la CCTV son en la última década relevantes pero aún tímidos. Informativamente es una cadena oficialista y muy limitada. Desde la perspectiva del ocio, las emisoras locales o regionales y la recepción limitada de canales exteriores como el canal en mandarín de la corporación hongkonesa del grupo Murdoch Star TV han abierto nuevas opciones de consumo de ficción audiovisual de entretenimiento, basadas en géneros populares (cine de acción, kung-fu, wuxia, relatos históricos y románticos de época imperial –guzhuang-…) que se han desplazado en parte a Internet. Por todo ello el impacto transformador de una misma tecnología, de unas mismas plataformas y formatos es mucho mayor en China. La necesidad de ocio, información y autocomunicacion ha liberado energías latentes, especialmente entre los jóvenes urbanos.
ZaiChina: ¿En general, cuáles son las principales diferencias entre los internautas chinos y los internautas occidentales? ¿Cuáles son las particularidades del Internet en China?
Hay una pauta de consumo en China orientada al ocio y a la socializacion
Manel Ollé: Es ya comparativamente muy alto en China el índice medio de cantidad de horas de conexión diaria. Prospecciones recientes hablan de 2,7 horas de conexión media diaria, frente a los 2,3 que tiene Estados Unidos. En este parámetro, Japón sigue liderando la cantidad de conexión diaria con 2,9 horas diarias de promedio. El marco dominante del cibercafé con decenas o centenares de puestos de acceso, al que se acude a jugar y a competir en contiendas digitales on-line, a visionar en streaming contenidos audiovisuales o a comunicar y conversar a distancia, nos indica que hay una pauta de consumo en China orientada al ocio y a la socializacion. Ésta es una pauta en cierta medida compartida con Japón y Corea del Sur, pero más relevante para una China con un índice relativamente bajo de conectividad en telefonía fija, con millones de jovenes desplazados (población flotante) y con unos ámbitos de socialización para los jóvenes aún escasos o prohibitivos para importantes segmentos de la población.
Este perfil de acceso de larga duración y de localización en salas “arcade” de ocio juvenil, llenas de humo, muchas veces situadas en sótanos, centros de ocio, hoteles o locales de grandes dimensiones, donde se congregan subculturas de juegos on-line y consumo de productos audisovisuales de masas (cine de género, seriales, contenidos televisivos) conlleva en China una connotación en el discurso oficial de una cierta carga crítica moral y peyorativa, asociada a conductas asociales y de riesgo. Según esta connotación oficial, estos cibercafés pueden conducir al incauto jovenzuelo ciberadicto a la “polución espiritual”, a la comisión de delito o incluso a ingresar en algunos de los centenares de espartanos centros de rehabilitación (alegales y en los que se han denunciado y probado conductas de gran dureza punitiva como palizas o electroshocks). Esta crítica moral institucional del consumo digital induce al autocontrol y sirve para legitimar y justificar la supervisión moral de contenidos, la tutelación del acceso, la “armonización” de la red: la censura, en definitiva.
Otro rasgo relevante de la red en China se encuentra en la relevancia que tiene en ella la sincronicidad y la viralidad como estrategia mayoritaria para comunicar y publicar de repente contenidos urgentes. En China cuentan con una gran vitalidad los foros de mensajes de difusión instantánea, los llamados BBS. Estos foros de ocio y opinión se convierten en difusores de subjetividades, tendencias y mensajes de todo color y pelaje: por ellos se incendian y difunden de repente modas, curiosidades, bromas o mensajes cibernacionalistas de jóvenes airados; por ellos se difunden súbitos contagios virales y en ellos irrumpen y sortean la supresion armonizadora noticias incómodas, conflitos remotos o críticas y cibergamberradas.
ZaiChina: En los últimos meses, varios internautas comienzan a dudar de algunos fenómenos supuestamente salidos de Internet y el apoyo desinteresado popular. Más de uno comienza a pensar que son las empresas las que están detras de los fenómenos mediáticos que surgen en la Red como los personajes de Fengjie o Xilige. ¿Están las empresas comenzando a meter mano en las redes sociales y fórums chinos?
Manel Ollé: Creo que hay que intentar huir por igual de las ingénuas y bienintencionadas visiones utópicas de una red liberadora de tendencias y fuerzas sociales, capaz de vehicular la inventiva espontánea y de ensamblar conocimientos compartidos y saberes colaborativos; como también hay que huir mismamente de una visión unilateralmente distópica de una red que acrecenta la capacidad de control estatal y corporativa, de propaganda y creación de consensos desde el poder politico y económico, que banaliza los contenidos y convierte al ciudadano en mero individuo consumidor de basuras intoxicadoras e itinerantes, aislado y sometido a una simulacro de participación y de comunicación.
Imaginar que los portales y buscadores priorizan enlaces en función de un interés genuino y olvidar que ocultan y ensombrecen lugares es tan fantasioso como negar el potencial de opinión y de visualización de percepciones, tendencias o tensiones que hay en la Red. Aunque parezca paradójico, ambas dinámicas acrecentan su poder en Internet. No es necesario recurrir a teorías conspirativas, pero la Red es también un asunto de negocio. Y en China, el e-comercio, de la mano de Alibaba, de Tencent o Ctrip se ha triplicado en el último año…El caso del indigente “cool” entronizado en las pasarelas del estilo y la moda virtual, Xilige (犀利哥), probablemente no surge de ningún departamento de marketing pero sí que ciertamente es rápidamente reutilizado y digerido comercialmente, en China y a escala global. Incluso tuvo su minuto de gloria en el programa “Se lo que hicisteis” de la televisión española La Sexta… Los relatos y formatos mutiplataforma, que se retroalimentan entre pantallas televisivas, de móviles y de las redes sociales, cada día son más importantes.
ZaiChina: Hasta hace bien poco, o incluso en la actualidad, el Internet chino se ha caracterizado por la copia de otros modelos occidentales o asiáticos (copias de Twitter, Facebook, Youtube…). ¿Van a pasar las webs chinas a crear sus propios productos -si es que no lo han hecho ya-? ¿Qué puede aportar China al resto del mundo en cuanto a Internet?
Cabe ver en la generación de formatos propios, clónicos o muy similares a los de circulación global, un primer paso a la futura y previsible capacidad de generar formatos propios y con potencial capacidad de incidencia global.
Manel Ollé: De entrada ya es relevante que los cibernatutas chinos no se limiten a usar pasivamente versiones en lengua china de las plataformas, buscadores, portales y redes sociales de factura norteamericana (como tiende a hacer el internauta español y europeo en general). Cabe ver en la generación de formatos propios, clónicos o muy similares a los de circulación global, un primer paso a la futura y previsible capacidad de generar formatos propios y con potencial capacidad de incidencia global.Es ésta una tendencia asiátia general. También en Japón y Corea del Sur hay formatos localizados, de ámbito propio. Al margen de la adecuación de las plataformas y formatos globales de factura norteamericana a pautas de diseño, de gestión de la información y de juegos sociales específicamente asiáticos, empiezan a detectarse tendencias y formatos propios.
Evidentemente en China a esta tendencia a replicar y repetir con variaciones los formatos internacionales y de este modo generar clones específicamente chinos de Youtube, Facebook, Wikipedia, Twitter, Google…(y no meras versiones en lengua china), contribuye sin duda en gran medida el hecho de que estas plataformas globales sean objeto de la censura, más o menos intermitente y más o menos sorteable por el internauta avezado. Es un factor que influye, como también el nacionalismo de unas pautas de consumo digital que confían más en un espacio propio que en uno generado en Estados Unidos. Sin embargo, creo que el factor determinante es su capacidad de “localizar” los formatos globales a unas pautas de consumo locales, a un estilo comunicativo, a unas demandas de contenidos y hábitos sociales específicos, más acordes al mercado chino, que el formato estándar global no satisface del todo.
En cuanto a la potencial influencia gobal de la Red china y a su capacidad de exportación, es deseable que su ascendente futuro no se quede en mostar a una parte del mundo gobernada por regímenes autocráticos que es posible implementar internet con filtros y controles preventivos que aseguran un carácter inocuo y de limitada peligrosidad subversiva. Estos controles dejan a la minoría tecnificada y siempre inquieta márgenes mayores, pero al mismo tiempo controlan contagios y males mayores hacia la mayoría acrítica y amorfa de usuarios de la Red: una mayoría que se quiere adormilada en usos meramente lúdicos y evasivos en Internet. La China joven, urbana y creativa, germen y embrión de una sociedad civil vibrante y dinámica, que en otros ámbitos de la cultura y la creacion ya está compartiendo con el mundo contendidos capaces de cifrar la experiencia de la modernidad, sin duda no tardará en plasmar tambien en la Red aportaciones, formatos y contenidos de interés.
ZaiChina: En los últimos dos años, coincidiendo con las crisis económica y con la celebración de importantes aniversarios en 2009, hemos visto un mayor control y censura de Internet, bloqueando sitios extranjeros como Facebook, Twitter y Youtube o nacionales como el servicio de blogs Bullog.cn. ¿Se está perfeccionando la censura? ¿Funciona? ¿O el Internet chino es tan vibrante que es sencillamente imposible de controlar?
Manel Ollé: El perfecccionamiento del proceso de control no ha dejado de producirse y se acentuó especialmente desde 2004: en aquel año se completó la implementación de los filtros sistemáticos de direcciones IP, filtro y redirección de DNS, filtro de URL y bloqueos semánticos en buscadores del “cortafuegos dorado” (金盾工程, jīndùn gōngchéng), conocido popularmene como “Great Firewall of China”. En paralelo a este proceso tecnológico, la “ciberpolicia” (más de 50.000 agentes estimados) dedicada a gestionar y aplicar esta herramienta de filtro automatizado (de procedencia norteamericana) no ha dejado de crecer y entró en una fase de descentralización del control con la creación de unidades municipales y regionales de control policial de la Red. Fue determinante en 2004 el inicio de una nueva política de control de los puntos de acceso: se cerraron una gran parte de cibercafés y los que quedaron fueron obligados a franquiciarse y a derivar hacia locales comerciales orientados al ocio. Estas cadenas franquiciadas fueron obligadas (si no querían ser clausuradas) a ejercer medidas propias de control: estricta identificación de usuarios, grabación con cámara de las salas y pantallas de acceso, filtraje propio de los ordenadores, etc.
En la misma dirección han apuntado las exigencias de control de contenidos a los supervisores de los foros BBS, a las plataformas de blogs o a los titulares de páginas web: la exigencia reciente de registrar al responsable civil de cada página tiende a potenciar esta autocensura. La gran publicitación de los casos de detenciones y condenas de cibernautas acusados de uso indebido de la Red, así como las medidas disuasorias (las visitas de miembros de la policía a blogueros, internautas u opinadores que son invitados “a tomar una taza de té” y a recapacitar sobre la conveniencia de interrumpir sus actividades) se orientan a crear la sensación de miedo y favorecer la autocensura. Es también destacable la estrategia de la creación inducida de opinión, del “spin-off” basado en el pago (wumao) por la inserción de comentarios favorables a las tesis del partido en los muy concurridos e influyentes foros BBS… Son todas ellas estrategias tendentes al “Panopticon”, a la omnisciencia invisible a la que aspiraba el filósofo británico Jeremy Bentham en 1785, diseñador de la utópica prision que bautizó con ese nombre y donde el prisionero es siempre visible, siempre observado sin que se dé cuenta.
Sin embargo, a pesar de todo, mi percepción (y tambien la del escritor Liu Xiaobo -刘晓波-, que lleva una temporada entre unas rejas nada virtuales) es más bien optimista. La Red ha caído como agua de mayo en la sociedad china, le ha aportado un caudal de información global y un espacio de autocomunicación propio, un espejo de visibilidad y de amplificación de diversidades y matices sin precedentes, que pueden con todas la murallas con que se la quiera encorsetar. Lo relevante en la Red china no es la censura, sino todo lo que en ella pasa a pesar suyo. Por si sola no transforma nada, pero tiene un gran potencial transformador. Y aunque incipiente y desarticulada, hay en China un potente fermento de sociedad civil, un contingente de estudiantes, abogados, profesionales liberales, periodistas, escritores y creadores siempre dispuestos a hacer crecer la esfera pública, a ir siempre un poco o un mucho más lejos de lo que marcan los límites establecidos.
ZaiChina: En China se habla con frecuencia de las enormes diferencias que ha creado el desarrollo económico en los últimos 30 años (campo/ciudad, costa/interior, ricos/pobres…). Internet parece incluso ahondar en estas diferencias y crear otra nueva división, con un nuevo lenguaje, nuevas formas de vida, diferentes fuentes de información… ¿Se podría hablar de una brecha, mucho más profunda que en el resto de países, entre aquellos que viven con Internet y aquellos que no?
Manel Ollé: No creo que Internet sea ni el responsable ni el acrecentador de la polarización social en China. Para los desplazados y los millones de “sin papeles” ilegales que habitan las ciudades chinas con un hukou agrario, para esta población flotante (youmin) urbana que trabaja a destajo, Internet representa un mecanismo de ocio y comunicación: casi el único que tienen. Para la diáspora exterior más precarizada representa también un vínculo de comunicación, ocio y cultura accesible. Y para el mundo “rurbano” (rural-urbano) cada día más capilarmente conectado, el acceso a Internet puede ser una señal de esperanza. De momento, lo que básicamente ofrece es un espejismo: muestra –tal como ya lo hacen desde hace décadas las pantallas televisivas- ante los ojos de esta China marginada del festín de la modernidad, ante los ojos de esta China rural y mayoritaria, el espejismo satinado y translúcido de una China rica y moderna, ociosa, brillante, apetecible y cosmopolita, seducida por el lujo, el individualismo y el hedonismo…y felizmente liderada por la mano sabia del Partido, una China que estando bajo el cobijo del mismo país, se encuentra a años luz, en alguna cibergalaxia lejana.
ZaiChina: ¿Cuáles son tus sitios preferidos del Internet chino? ¿Tienes alguna joya que nos puedas recomendar?
Manel Ollé: Me gusta Douban, red social de intercambio de informacion sobre cine, música, libros, cultura y ocio: muy útil para captar tendencias, conocer novedades, etc.
► Me gusta el portal con los presentadores estrella de la cadena televisiva Phoenix (凤凰 –Fenghuang-), radicada en Hong Kong pero de ámbito “pan-chino”, aunque sólo visible a través de Internet o en canales de cable restringidos. Se calcula que forma parte del repertorio televisivo que ya reciben por cable alrededor de 50 millones de chinos en la República Popular. A través de ella puedo acceder –entre otras cosas- a los programas sobre libros de Liang Wendao (梁文道); a las entrevistas a escritores o gente de la cultura de Xu Gehui (许戈辉); a las entrevistas más mundanas de gente muy diversa de Chen Luyu (陈鲁豫); o las conversaciones a tres bandas de Dou Wentao (窦文涛) sobre temas de cultura, sociedad y actualidad.
► De vez en cuando miro alguna película en streaming en el portal de cine de Sina.
► Me interesa el blog del (para mí) mejor escritor chino del momento, Yu Hua (余华):
► También me interesan los apuntes en el blog de Xu Hui (许晖), un escritor independiente.
► Para conocer novedades o escuchar música de grupos chinos acudo a veces a Song Taste.
► Me interesa el blog del periodista independiente Zuola, Zhou Shuguang (周曙光).
► Un blog de referencia es el de Wang Xiaofeng (王小峰).
► También me interesa el blog de Xu Jinglei (徐静蕾), actriz y directora de cine. Su blog es uno de los más leídos en China.
► Y por su enorme impacto sociológico y por el descaro y la independencia de sus posts, no puedo dejar de interesarme por el blog de Han Han (韩寒).
Si el pasado mes de enero Mubarak no logró aislar a los revolucionarios egipcios del resto del mundo fue gracias al estudiante y teórico del ciberactivismo Christopher Kullenberg, nombrado sueco del año por el semanario Fokus. Retrato. Extractos.
La noche del 27 al 28 de enero, justo después de medianoche, el presidente Hosni Mubarak ordenó a los proveedores de Internet que bloquearan el acceso a la red. Gracias a un único cable en el fondo del Mediterráneo, Egipto no quedó totalmente aislado del mundo y permitió que la Bolsa del Cairo se mantuviese conectada.
Incluso se desactivó la red de telefonía móvil. El objetivo era aislar a los egipcios y entorpecer la organización del "día de la ira", durante el cual cientos de miles de personas debían reunirse en la plaza Tahrir tras la oración del viernes para protestar contra la dictadura.
Christopher Kullenberg estaba sentado delante de su ordenador, en una residencia universitaria de Gotemburgo. Durante el día es un estudiante de doctorado de teoría de las ciencias en la Universidad de Gotemburgo y, por la noche, cibermilitante. Forma parte del núcleo duro de un colectivo de hackers y de activistas repartidos por toda Europa y agrupados bajo el nombre de Telecomix. En sus pantallas, vivieron en directo el bloqueo de las conexiones egipcias de Internet. Christopher Kullenberg estaba en pleno chat con un revolucionario egipcio cuando se cortó la comunicación. ¿Qué podía hacer?
En el chat de Telecomix, comenzaron a intercambiar ideas sin parar. Se instaló una antena en Bélgica con la esperanza de ponerse en contacto con los radioaficionados egipcios, pero lo único que lograron captar los hackers fue la radio del ejército egipcio.
Entonces, a los miembros de Telecomix se les ocurrió la idea de recuperar los viejos stocks de módems que databan de la época en la que las cibercomunicaciones pasaban por líneas fijas e incluso lograron la ayuda de un proveedor de acceso francés, que les proporcionó sus stocks de módems olvidados y puso a su disposición conexiones gratuitas. Una vez que se puso el material en camino, enviaron por fax los números de teléfono y las instrucciones que debían seguir para conectarse.
De este modo, unos cincuenta egipcios, a lo sumo, pudieron conectarse a Internet cuando la red se suspendió oficialmente. Puede parecer poco con respecto a una población de 80 millones. Pero fue suficiente para que los militantes transmitieran la información fuera del país cuando las fuerzas de seguridad de Mubarak asaltaron la plaza Tahrir, unos días más tarde.
Por aquel entonces, se puede decir que Christopher Kullenberg y sus amigos no pegaron ojo durante varios días. Telecomix se creó en abril de 2009 durante una fiesta que organizó en su casa. Al principio, sólo eran una decena de personas. Se conocieron durante el proceso de Pirate Bay y por entonces estaban preocupados por la aplicación del "Paquete de Telecomunicaciones" [la normativa europea sobre las empresas de telecomunicaciones] que se estaba debatiendo en Bruselas y ponía en peligro el derecho a disfrutar de una web libre y abierta a todos.
Las posibilidades de lograr movilizar a la opinión pública sobre una cuestión tan secundaria como la neutralidad de la red parecían escasas. Telecomix entonces se propuso ejercer presión directamente sobre los responsables de la toma de decisiones. El colectivo creó un sitio en el que facilitaba los números de teléfono de los eurodiputados e instaba a los internautas a llamarles. "Encontramos una forma de crear un cortocircuito en el proceso político", comenta con satisfacción Christopher Kullenberg.
Desconcertados, los parlamentarios comentaban entre ellos cómo los electores de repente habían empezado a llamarles a Bruselas para hablarles de Internet. Desde entonces, la UE se convirtió en el principal objetivo de Telecomix, que intenta llegar lo más alto posible en la jerarquía europea. El título universitario de Christopher Kullenberg legitima a la organización ante los principales actores políticos.
El activista comparte una pequeña oficina con otros dos estudiantes de doctorado en el antiguo tribunal de apelaciones de Gotemburgo, un viejo edificio de ladrillos. "El manifiesto ciberpolítico", su primera y de momento única obra, publicada seis meses antes del inicio de la primavera árabe, está en algún lugar entre las pilas de libros que cubren su oficina. Se supone que debe terminar los últimos capítulos de su tesis, pero en la pantalla del ordenador se puede ver el chat de Telecomix.
Christopher Kullenberg nació en 1980 en la pequeña ciudad de Bodafors, en el cinturón bíblico de la provincia de Småland [en el sur de Suecia], desde donde una vez pasada su adolescencia parte hacia la Universidad de Gotemburgo y hacia la libertad. Allí, pasa la mayoría del tiempo en la biblioteca de la universidad. Sigue un programa de estudios doble y obtiene la nota mas alta en los exámenes. Llega a ser estudiante de doctorado.
Y después le absorbe el agujero negro de la ciberpolítica. Es la época de las intervenciones policiales contra The Pirate Bay y de la creación del Partido Pirata. Lo que le interesa entonces a Christopher Kullenberg, no es la descarga de música gratuita, sino lo que estaba ocurriendo con Internet, la infraestructura común de nuestra libertad de expresión. Para los políticos (hace poco pronunció un discurso ante el Consejo de Europa en Viena), es el "ciberactivista del piercing". Para la cultura hacker, es un filósofo que, en el fondo, es más experto en letras que en técnica. Y recientemente acudió como especialista en teoría científica a la plaza Tahrir de El Cairo, entre los gases lacrimógenos, invitado por la embajada de Suecia, para hablar ante los blogueros.
Christopher Kullenberg recuerda mucho a un profesor chapado a la antigua, atrapado en una época digital, con una especial aptitud para traducir una tecnología compleja en una política que llega a todos. Telecomix tan sólo es un medio entre muchos otros. También es miembro activo del grupoJulia, un laboratorio de ideas que actúa a favor de una web libre y abierta a todos. Y ha publicado una revista científica sobre las teorías de la resistencia.
El mensaje es el mismo en todas partes: "Intento traducir en política una práctica existente". No forma parte de los fatalistas, ni de los tecnófilos. Ni tampoco de los que pretenden que tomemos inexorablemente el camino de una sociedad policial, ni de los que afirman que la generalización de la fibra óptica vendrá acompañada necesariamente de un refuerzo de la democracia en el mundo.
Internet no es democrática en sí misma. Christopher Kullenberg es el primero que reconoce que, en gran medida, la red está regida actualmente por un grupo de multinacionales cuyo objetivo principal es limitar las comunicaciones a sus servicios comerciales.
Lo que no impide ver en el progreso tecnológico un gran potencial para la democracia. Christopher Kullenberg concluye su "manifiesto ciberpolítico" con estas palabras: "Un Estado que no sea capaz de lograr que sus ciudadanos puedan comunicarse libremente no merece el nombre de democracia".