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Las mujeres de la Primavera árabe
Título
Las mujeres de la Primavera árabe
Autor
Robin Morgan
Fecha
08/2011
Fuente
Ms. Magazine (primavera 2011), revista feminista estadounidense
Descripción
Blog en el que se resume traducido un artículo reseñando la participación femenina en las revueltas.
Texto original
Las mujeres de la Primavera árabe
Podemos considerar que los levantamientos a favor de la democracia que nos llegan de Oriente Medio son el más reciente de los muchos regalos (algebra, jabón, incluso el tenedor) que han hecho las civilizaciones árabes al mundo. Aunque es muy posible que se piense que en estas protestas son los hombres los únicos que están corriendo riesgos y, en ocasiones, perdiendo la vida; además de los únicos en posiciones de liderazgo. No es así: las mujeres han estado (y continúan) implicadas en todas las fases, incluso liderando, lo que no sorprende a quienes conocemos el feminismo árabe, pues ellas han sido las más acérrimas defensoras de la sociedad civil en toda la región. En la mayoría de estos países, sufren discriminaciones tan duras como "la legislación del tutelaje", que las enclaustra en el estatus de menor. Así pues, ellas son muy conscientes de que una democracia para la mitad de la población no es democracia. Pero también tienen razones para sospechar de cómo las traicionan las revoluciones definidas por los hombres.
En Occidente existen numerosos ejemplos, aunque mejor mencionar aquí uno árabe. Durante la revuelta argelina contra el colonialismo francés, las mujeres lucharon y murieron junto a los hombres en la clandestinidad, conscientes de que su propia igualdad futura estaba en juego. Al ganarse la independencia, sus "hermanos revolucionarios" las enviaron de vuelta a la cocina.
Así pues, es crucial documentar el papel vital que están desempeñando las mujeres en estos levantamientos, y cómo planean asegurarse de que en los periodos post-revolucionarios y de transición no vuelvan (ni ellas ni la democracia) a ser estafadas por los de su propio bando.
La situación de cada uno de estos países es inestable y diferente, y Ms. hará un seguimiento de las historias. El presente texto se centra en Túnez y Egipto, los dos estados en fase "post-revolucionaria" en el momento en que lo escribo.
Túnez, donde empezó la fermentación y la Revolución de los Jazmines derrocó al presidente Zine el Abidine Ben Ali, desmonta todo estereotipo. En la sociedad laica (relativamente) progresista del país las mujeres han podido usar anticonceptivos desde 1962 y abortar desde 1965 (ocho años antes del caso Roe contra Wade [en Estados Unidos]). Después de la independencia de Francia en 1956, el gobierno abolió la poligamia y legisló la igualdad de las mujeres en el matrimonio, el divorcio y la custodia de las hijas e hijos. Más tarde, se estableció los 18 años como edad mínima para el matrimonio, así como condenas para la violencia doméstica. Sin embargo, las hijas seguían heredando la mitad de lo que heredaban los hijos, y el marido podía apropiarse de lo que su mujer adquiriera durante el matrimonio.
Así pues, las mujeres tunecinas, con sus ansias de democracia consolidadas por sus ansias feministas, estaban listas para la rebelión. La bloguera Lina Ben Mhenni fue probablemente la primera en alertar al mundo de las protestas en Túnez en diciembre del 2010. (A pesar de las amenazas y de la censura, persevera.) Las mujeres acudían en bandadas a los mítines (con sus velos, sus vaqueros y minifaldas): chicas jóvenes, abuelas, juezas en sus togas. Expulsaron a un déspota e inspiraron a toda una región.
Construir una sociedad nueva es un desafío distinto. La feminista Raja bin Salama, que critica abiertamente el sometimiento fundamentalista de las mujeres, exigió que las nuevas leyes de Túnez estuvieran basadas en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Fue denunciada por Rashid al-Ghannouchi, jefe en el exilio del partido islamista Ennahda, que juró colgarla en la Plaza Tunis' Basij. Ahora él ha vuelto a Túnez. Con todo, Khadija Cherif, ex directora de la Asociación Tunecina de Mujeres Demócratas, garantiza que las mujeres seguirán defendiendo la separación de mezquita y estado al declarar: "La fuerza del movimiento feminista tunecino radica en que nunca lo hemos separado de la lucha por la democracia y la sociedad laica".
La revolución que se inició en Túnez fue consolidada como proceso en Egipto, y dicho proceso fue posible gracias al papel de las mujeres. A pesar de la dictadura, el movimiento feminista ha sobrevivido allí durante décadas. Las mujeres habían desempeñado un papel fundamental en la revolución de 1919 contra los británicos, pero tras la independencia el gobernante Partido Wafd las ignoró. El movimiento feminista nació en 1923 cuando Huda Sha'rawi se quitó el velo en un acto público. Este movimiento, manteniéndose lo activo que puede mantenerse un movimiento en una autocracia, se compone de numerosas ONGs y activistas individuales, lo que quedó plasmado en la presencia de las mujeres en la Plaza Tahrir, quienes representaban "a todas las generaciones y clases sociales" según Amal Abdel Hady, de la Fundación Nueva Mujer. En los checkpoints de la Plaza Tahrir, los hombres registraban a los hombres, las mujeres a las mujeres; y aunque había varias filas de hombres por cada fila de mujeres, eso se debió a que en el pasado, durante las protestas, los hombres (los que protestaban y la policía) habían acosado "sexualmente" a las mujeres de una manera tan grave que pocas asistieron a las manifestaciones. Hady también analizó el que los medios de comunicación prestaron mucha menos atención a las mujeres, alentando la percepción de que sólo los hombres protagonizaban los hechos.
Sin embargo, la acción la desató una mujer de 26 años a la que ahora la población egipcia llama Lideresa de la Revolución. El 18 de enero, Asmaa Mahfouz subió un breve vídeo a YouTube y a Facebook en el que anunció: "El que diga que las mujeres no deberían ir a las protestas porque podrían hacerlas daño que muestre un poco de honor y dignidad de hombre y me acompañe el 25 de enero". El vídeo se difundió como un virus: la manifestación pensada para un día se convirtió en una revolución del pueblo. Pronto, Amal Sharaf, coordinadora desconocida de las protestas, profesora de inglés de 36 años, madre soltera y miembra del organizador Movimiento Juvenil 6 de abril, pasaba las noches y los días en la diminuta oficina del movimiento, fumando sin parar y supervisando a un grupo de hombres. Wael Ghonim, que trabajaba en Google, aunque administraba como particular una de las páginas de Facebook que funcionaba como punto de encuentro virtual del movimiento, se convertiría después en un icono; pero cuando lo detuvieron, la joven Nadine Wahab, una egipcia estadounidense experta en defensa de los nuevos medios, le sustituyó y fortaleció la presencia online.
Mientras que Women in Egypt, un grupo de Facebook, creaba una galería de fotos sobre el papel de las mujeres en las protestas, las mujeres de los barrios, armadas con palos, patrullaban las calles cuando la policía desaparecía. "Podemos ver a las mujeres, islamistas y no islamistas, con velos y sin velos, reunirse y organizar lo que está pasando en el terreno", declaró Magda Adly, del Centro El Nadim para la Rehabilitación de Víctimas de la Violencia, a InterPress Service. "No volveremos a dar un paso atrás."
En cualquier caso, Nawla Darwish, de la Fundación Nueva Mujer, teme que las mujeres serán ignoradas, pues no exigieron también sus derechos en las manifestaciones. "Vivimos en una sociedad patriarcal", declaró a Al-Masry Al-Youm, un periódico egipcio. Y puede incluso que la revolución del 25 de enero no baste para cambiar eso.
Sus temores están cobrando realidad. Nehad Abou El Komsan, presidenta del Centro Egipcio de los Derechos de las Mujeres, está indignada por el hecho de que las mujeres hayan sido excluidas del diálogo político producido tras la expulsión de Mubarak. Ignominiosamente, el comité encargado de redactar el borrador de la Constitución excluyó a las mujeres, incluidas las expertas en Derecho constitucional. El Centro Egipcio de los Derechos de las Mujeres emitió una declaración denunciando dicha exclusión, y firmada por 102 organizaciones egipcias de mujeres. Hasta el momento, no han recibido ninguna respuesta.
Nawal El Saadawi, 80 años, la feminista más importante de Egipto, siente que en la Plaza Tahrir surgió un nuevo bloque (contrato) social: "Pero ¿cómo mantenerlo? Aprendimos de Algeria. Las mujeres nos enfurecimos cuando supimos que el comité de la constitución no había incluido a una sola mujer. Después los hombres descartaron la protesta que presentamos porque era sólo un papel. Así que hemos empezado a organizar una marcha, y estamos volviendo a montar la Unión de las Mujeres en Egipto (que fue prohibida) como federación que acoge a diversos grupos. Debemos unirnos para conseguir poder político o los hombres nos dejarán fuera. Cuando salgamos millones a las calles, ya no será un papel."
Mientras tanto, las mujeres perseveran, con un valor impresionante, por toda la región.
En Yemen, las protestas las desencadenó la detención de Tawakul Karman, de 32 años de edad, presidenta de Mujeres Periodistas Sin Cadenas . Ahora en libertad, insiste en esto: "No hay más solución (al extremismo) que la de difundir la cultura de convivencia y diálogo, destrezas que las mujeres poseen y saben usar". En Bahrain, cuando la policía lanzó gas lacrimógeno a mujeres chiítas en chador que coreaban eslóganes contra el gobierno, ellas hicieron una sentada, y sólo se disolvieron cuando la policía huyó y se evaporaron los humos caústicos. En Algeria, las feministas cantaban en las marchas "¡Abajo el Código de la Familia!" En Gaza, las palestinas exigían en los mítines que Hamas y Fatah se unieran, mientras que Asma al-Ghoul, una joven periodista conocida por su feminismo litigante, exigía una Palestina laica. En Libia, mientras escribo esto, la revuelta sigue siendo muy violenta, lo que incluye noticias poco conocidas sobre violaciones en masa realizadas por mercenarios contratados por el gobierno. Menos conocido aun es que todo comenzó en la oficina del Procurador General de Benghazi con una sentada de abogados, abogadas, jueces y juezas, liderada por Salwa Bugaighis, una abogada de unos 45 años.
En el momento de sacar este número de Ms., siguen propagándose las protestas en Jordania, Marruecos, Libia, Omán, Sudán, Irak, Líbano y Djibouti.
En el Día Internacional de las Mujeres se celebraron manifestaciones en Kuwait, Bahrain, Yemen y Egipto. Están organizando mítines incluso en Arabia Saudí. En Irán (que es persa, no árabe) miles de personas salieron a la calle para manifestarse contra la teocracia. Se acaba de formar una joven alianza para la acción feminista a nivel regional, la de las Mujeres Unidas a favor de un Futuro en Oriente Medio . Estas mujeres, que se enfrentan primero a tiranos y después a sus compañeros, se niegan a dejar la lucha.
Un último ejemplo. Siria, que controla bien a su población, presume de logros relativos al progreso de las mujeres. La vicepresidenta Najah al-Attar es la primera mujer del mundo árabe que detenta un puesto así (por más cuestionable que sea el poder real del que disfruta). Sin embargo, en febrero, Tal al-Molouhi , estudiante de 19 años, asistía a su juicio, encadenada y con los ojos vendados, juicio en el que la condenaron a cinco años de cárcel. Su crimen, escribir en su blog que deseaba tener un papel en la construcción de un futuro para Siria. Tal es ese futuro. El 60% de la población de estos países tiene menos de 30 años, y más de la mitad son mujeres.
Nabuconodosor, el mensaje está en el muro de Facebook.
Podemos considerar que los levantamientos a favor de la democracia que nos llegan de Oriente Medio son el más reciente de los muchos regalos (algebra, jabón, incluso el tenedor) que han hecho las civilizaciones árabes al mundo. Aunque es muy posible que se piense que en estas protestas son los hombres los únicos que están corriendo riesgos y, en ocasiones, perdiendo la vida; además de los únicos en posiciones de liderazgo. No es así: las mujeres han estado (y continúan) implicadas en todas las fases, incluso liderando, lo que no sorprende a quienes conocemos el feminismo árabe, pues ellas han sido las más acérrimas defensoras de la sociedad civil en toda la región. En la mayoría de estos países, sufren discriminaciones tan duras como "la legislación del tutelaje", que las enclaustra en el estatus de menor. Así pues, ellas son muy conscientes de que una democracia para la mitad de la población no es democracia. Pero también tienen razones para sospechar de cómo las traicionan las revoluciones definidas por los hombres.
En Occidente existen numerosos ejemplos, aunque mejor mencionar aquí uno árabe. Durante la revuelta argelina contra el colonialismo francés, las mujeres lucharon y murieron junto a los hombres en la clandestinidad, conscientes de que su propia igualdad futura estaba en juego. Al ganarse la independencia, sus "hermanos revolucionarios" las enviaron de vuelta a la cocina.
Así pues, es crucial documentar el papel vital que están desempeñando las mujeres en estos levantamientos, y cómo planean asegurarse de que en los periodos post-revolucionarios y de transición no vuelvan (ni ellas ni la democracia) a ser estafadas por los de su propio bando.
La situación de cada uno de estos países es inestable y diferente, y Ms. hará un seguimiento de las historias. El presente texto se centra en Túnez y Egipto, los dos estados en fase "post-revolucionaria" en el momento en que lo escribo.
Túnez, donde empezó la fermentación y la Revolución de los Jazmines derrocó al presidente Zine el Abidine Ben Ali, desmonta todo estereotipo. En la sociedad laica (relativamente) progresista del país las mujeres han podido usar anticonceptivos desde 1962 y abortar desde 1965 (ocho años antes del caso Roe contra Wade [en Estados Unidos]). Después de la independencia de Francia en 1956, el gobierno abolió la poligamia y legisló la igualdad de las mujeres en el matrimonio, el divorcio y la custodia de las hijas e hijos. Más tarde, se estableció los 18 años como edad mínima para el matrimonio, así como condenas para la violencia doméstica. Sin embargo, las hijas seguían heredando la mitad de lo que heredaban los hijos, y el marido podía apropiarse de lo que su mujer adquiriera durante el matrimonio.
Así pues, las mujeres tunecinas, con sus ansias de democracia consolidadas por sus ansias feministas, estaban listas para la rebelión. La bloguera Lina Ben Mhenni fue probablemente la primera en alertar al mundo de las protestas en Túnez en diciembre del 2010. (A pesar de las amenazas y de la censura, persevera.) Las mujeres acudían en bandadas a los mítines (con sus velos, sus vaqueros y minifaldas): chicas jóvenes, abuelas, juezas en sus togas. Expulsaron a un déspota e inspiraron a toda una región.
Construir una sociedad nueva es un desafío distinto. La feminista Raja bin Salama, que critica abiertamente el sometimiento fundamentalista de las mujeres, exigió que las nuevas leyes de Túnez estuvieran basadas en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Fue denunciada por Rashid al-Ghannouchi, jefe en el exilio del partido islamista Ennahda, que juró colgarla en la Plaza Tunis' Basij. Ahora él ha vuelto a Túnez. Con todo, Khadija Cherif, ex directora de la Asociación Tunecina de Mujeres Demócratas, garantiza que las mujeres seguirán defendiendo la separación de mezquita y estado al declarar: "La fuerza del movimiento feminista tunecino radica en que nunca lo hemos separado de la lucha por la democracia y la sociedad laica".
La revolución que se inició en Túnez fue consolidada como proceso en Egipto, y dicho proceso fue posible gracias al papel de las mujeres. A pesar de la dictadura, el movimiento feminista ha sobrevivido allí durante décadas. Las mujeres habían desempeñado un papel fundamental en la revolución de 1919 contra los británicos, pero tras la independencia el gobernante Partido Wafd las ignoró. El movimiento feminista nació en 1923 cuando Huda Sha'rawi se quitó el velo en un acto público. Este movimiento, manteniéndose lo activo que puede mantenerse un movimiento en una autocracia, se compone de numerosas ONGs y activistas individuales, lo que quedó plasmado en la presencia de las mujeres en la Plaza Tahrir, quienes representaban "a todas las generaciones y clases sociales" según Amal Abdel Hady, de la Fundación Nueva Mujer. En los checkpoints de la Plaza Tahrir, los hombres registraban a los hombres, las mujeres a las mujeres; y aunque había varias filas de hombres por cada fila de mujeres, eso se debió a que en el pasado, durante las protestas, los hombres (los que protestaban y la policía) habían acosado "sexualmente" a las mujeres de una manera tan grave que pocas asistieron a las manifestaciones. Hady también analizó el que los medios de comunicación prestaron mucha menos atención a las mujeres, alentando la percepción de que sólo los hombres protagonizaban los hechos.
Sin embargo, la acción la desató una mujer de 26 años a la que ahora la población egipcia llama Lideresa de la Revolución. El 18 de enero, Asmaa Mahfouz subió un breve vídeo a YouTube y a Facebook en el que anunció: "El que diga que las mujeres no deberían ir a las protestas porque podrían hacerlas daño que muestre un poco de honor y dignidad de hombre y me acompañe el 25 de enero". El vídeo se difundió como un virus: la manifestación pensada para un día se convirtió en una revolución del pueblo. Pronto, Amal Sharaf, coordinadora desconocida de las protestas, profesora de inglés de 36 años, madre soltera y miembra del organizador Movimiento Juvenil 6 de abril, pasaba las noches y los días en la diminuta oficina del movimiento, fumando sin parar y supervisando a un grupo de hombres. Wael Ghonim, que trabajaba en Google, aunque administraba como particular una de las páginas de Facebook que funcionaba como punto de encuentro virtual del movimiento, se convertiría después en un icono; pero cuando lo detuvieron, la joven Nadine Wahab, una egipcia estadounidense experta en defensa de los nuevos medios, le sustituyó y fortaleció la presencia online.
Mientras que Women in Egypt, un grupo de Facebook, creaba una galería de fotos sobre el papel de las mujeres en las protestas, las mujeres de los barrios, armadas con palos, patrullaban las calles cuando la policía desaparecía. "Podemos ver a las mujeres, islamistas y no islamistas, con velos y sin velos, reunirse y organizar lo que está pasando en el terreno", declaró Magda Adly, del Centro El Nadim para la Rehabilitación de Víctimas de la Violencia, a InterPress Service. "No volveremos a dar un paso atrás."
En cualquier caso, Nawla Darwish, de la Fundación Nueva Mujer, teme que las mujeres serán ignoradas, pues no exigieron también sus derechos en las manifestaciones. "Vivimos en una sociedad patriarcal", declaró a Al-Masry Al-Youm, un periódico egipcio. Y puede incluso que la revolución del 25 de enero no baste para cambiar eso.
Sus temores están cobrando realidad. Nehad Abou El Komsan, presidenta del Centro Egipcio de los Derechos de las Mujeres, está indignada por el hecho de que las mujeres hayan sido excluidas del diálogo político producido tras la expulsión de Mubarak. Ignominiosamente, el comité encargado de redactar el borrador de la Constitución excluyó a las mujeres, incluidas las expertas en Derecho constitucional. El Centro Egipcio de los Derechos de las Mujeres emitió una declaración denunciando dicha exclusión, y firmada por 102 organizaciones egipcias de mujeres. Hasta el momento, no han recibido ninguna respuesta.
Nawal El Saadawi, 80 años, la feminista más importante de Egipto, siente que en la Plaza Tahrir surgió un nuevo bloque (contrato) social: "Pero ¿cómo mantenerlo? Aprendimos de Algeria. Las mujeres nos enfurecimos cuando supimos que el comité de la constitución no había incluido a una sola mujer. Después los hombres descartaron la protesta que presentamos porque era sólo un papel. Así que hemos empezado a organizar una marcha, y estamos volviendo a montar la Unión de las Mujeres en Egipto (que fue prohibida) como federación que acoge a diversos grupos. Debemos unirnos para conseguir poder político o los hombres nos dejarán fuera. Cuando salgamos millones a las calles, ya no será un papel."
Mientras tanto, las mujeres perseveran, con un valor impresionante, por toda la región.
En Yemen, las protestas las desencadenó la detención de Tawakul Karman, de 32 años de edad, presidenta de Mujeres Periodistas Sin Cadenas . Ahora en libertad, insiste en esto: "No hay más solución (al extremismo) que la de difundir la cultura de convivencia y diálogo, destrezas que las mujeres poseen y saben usar". En Bahrain, cuando la policía lanzó gas lacrimógeno a mujeres chiítas en chador que coreaban eslóganes contra el gobierno, ellas hicieron una sentada, y sólo se disolvieron cuando la policía huyó y se evaporaron los humos caústicos. En Algeria, las feministas cantaban en las marchas "¡Abajo el Código de la Familia!" En Gaza, las palestinas exigían en los mítines que Hamas y Fatah se unieran, mientras que Asma al-Ghoul, una joven periodista conocida por su feminismo litigante, exigía una Palestina laica. En Libia, mientras escribo esto, la revuelta sigue siendo muy violenta, lo que incluye noticias poco conocidas sobre violaciones en masa realizadas por mercenarios contratados por el gobierno. Menos conocido aun es que todo comenzó en la oficina del Procurador General de Benghazi con una sentada de abogados, abogadas, jueces y juezas, liderada por Salwa Bugaighis, una abogada de unos 45 años.
En el momento de sacar este número de Ms., siguen propagándose las protestas en Jordania, Marruecos, Libia, Omán, Sudán, Irak, Líbano y Djibouti.
En el Día Internacional de las Mujeres se celebraron manifestaciones en Kuwait, Bahrain, Yemen y Egipto. Están organizando mítines incluso en Arabia Saudí. En Irán (que es persa, no árabe) miles de personas salieron a la calle para manifestarse contra la teocracia. Se acaba de formar una joven alianza para la acción feminista a nivel regional, la de las Mujeres Unidas a favor de un Futuro en Oriente Medio . Estas mujeres, que se enfrentan primero a tiranos y después a sus compañeros, se niegan a dejar la lucha.
Un último ejemplo. Siria, que controla bien a su población, presume de logros relativos al progreso de las mujeres. La vicepresidenta Najah al-Attar es la primera mujer del mundo árabe que detenta un puesto así (por más cuestionable que sea el poder real del que disfruta). Sin embargo, en febrero, Tal al-Molouhi , estudiante de 19 años, asistía a su juicio, encadenada y con los ojos vendados, juicio en el que la condenaron a cinco años de cárcel. Su crimen, escribir en su blog que deseaba tener un papel en la construcción de un futuro para Siria. Tal es ese futuro. El 60% de la población de estos países tiene menos de 30 años, y más de la mitad son mujeres.
Nabuconodosor, el mensaje está en el muro de Facebook.
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Citación
Robin Morgan, “Las mujeres de la Primavera árabe,” Repositorio HISREDUC, consulta 23 de diciembre de 2024, https://repositorio.historiarecienteenlaeducacion.com/items/show/4702.