La odisea interminable del tesoro imperial chino

Título

La odisea interminable del tesoro imperial chino

Autor

JAVIER ESPINOSA

Fecha

01/02/2016

Fuente

El Mundo

Descripción

Crónica que relata cómo fue el rescate del tesoro imperial chino a través del testimonio de Zhuang Ling, actualmente un veterano fotógrafo que junto a su padre participó en el mismo. Su relato, no solo ayuda a apreciar el enorme valor de las piezas que hoy contiene el Museo Nacional del Palacio de Taipei, sino también a entender la historia de China en el siglo XX.

Texto original

El domicilio de Zhuang Ling en Taipei es un pequeño museo donde se acumulan las esculturas, las caligrafías y las pinturas de época. El veterano fotógrafo guarda incluso una réplica de los famosos tazones Ru de la dinastía Song (siglos XI y XII) de los que tan sólo se conservan unas pocas decenas. Obras únicas conocidas por su talla exquisita y su tono verde pálido, que la tradición oral china asocia al color celestial "tras la lluvia". Fue una de las piezas que trasladó su padre, Zhuang Yan, en el increíble periplo que realizaron casi 20.000 cajas cargadas con los objetos más valiosos de la colección de arte imperial chino guardados en el Museo de la Ciudad Prohibida de Pekín.

-Mire, aquí aparezco yo, sentado en las rodillas de mi padre.

Ling muestra un pequeño álbum donde reúne algunas de las únicas fotos en blanco y negro que se conocen de aquella odisea. En una de ellas aparece junto a los miembros de la expedición posando en las rocas de un arroyo, agarrado al bastón de su progenitor.

Otras enseñan a los camiones atravesando un precario camino de barro empujados por la población local o subidos en pontones de madera para cruzar un río. Las cajas, miles de ellas, aparecen en una de las imágenes descoloridas. Esparcidas frente a la fachada que da acceso a la Ciudad Prohibida que hoy adorna el retrato de Mao Zedong.

La última fotografía que exhibe Ling es la del mismo navío, el Chug Ding, en el que viajó desde la ciudad de Nanjing (capital del ejército nacionalista liderado por Chiang Kai-shek) al puerto de Keelung en Taiwán en 1948. Entonces tenía sólo 10 años. Había nacido en medio del inconcebible viaje que inició la colección de arte imperial en una gélida noche de febrero de 1933 acompañada de cientos de empleados del museo capitalino, entre los que figuraba su padre, Zhuang Yan, un alto cargo del complejo.

Sus primeros recuerdos corresponden a aquel atribulado recorrido, cuando marchaba en un camión a la provincia de Sichuan huyendo del avance de las tropas niponas.

"La gente transportaba sus pertenencias colgadas de palos al hombro. Nos descubrió un avión japonés de reconocimiento. Tuvimos que cruzar un puente construido con tablones de madera y recuerdo cómo crujían por el peso del camión. Pero conseguimos pasar", rememora.

La vida de Zhuang estuvo asociada durante décadas a ese periplo épico en el que ex trabajadores y especialistas del recinto de Pekín escoltaron durante 16 años al tesoro arqueológico hasta su última etapa en Taiwán.

"Fue un verdadero milagro, porque casi todo llegó intacto a la isla. Estamos hablando de una expedición que tuvo que desafiar a bombardeos aéreos, bandidos, ríos y montañas", asegura Zhuang. "La evacuación comenzó al saber que los japoneses se aproximaban a Pekín. Se organizó una reunión de emergencia y se decidió escapar con la colección hacia el sur. Salieron de noche", relata recreando la misma historia que escuchó de boca de su padre.

Fue él quien le contó que, en medio de la anarquía que se había generado a raíz de la acometida japonesa, cientos de bandidos se reunieron en las cercanías de Pekín para intentar capturar un convoy inédito y de valor incalculable. Sólo se replegaron al saber que la comitiva iba "protegida por cientos de soldados con ametralladoras", apunta Zhuang.

"Mi padre participó en el inventario de todas las obras que tenía la colección imperial una vez que el último emperador, Puyi, fue expulsado de la Ciudad Prohibida en 1924", dice. Un catálogo que contabilizó 1,17 millones de piezas. "No se pudieron llevar todo. Los textiles no eran fáciles de conservar. Lo mismo pasó con las grandes estatuas o las piezas de bronce más voluminosas".

"Sólo transportaron un 20% de la colección original de Pekín, y a Taiwán sólo llegó un 20% de ese 20%", estima Mark O'Neill, autor del libro La milagrosa historia de los dos museos del Palacio de China, 

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Citación

JAVIER ESPINOSA, “La odisea interminable del tesoro imperial chino,” Repositorio HISREDUC, consulta 26 de abril de 2024, http://repositorio.historiarecienteenlaeducacion.com/items/show/4244.